La escena musical zaragozana siempre se ha caracterizado por la gran afluencia de nuevas bandas y proyectos que se alumbran a lo largo de las temporadas. Una de las que más está dando que hablar de un tiempo a esta parte es Casi Reptil. Un combo formado por dos chicas y dos chicos con una propuesta novedosa e interesante que genera una paleta sonora con mil matices dignos de ser descubiertos y degustados.
Tras varios singles primerizos, el pasado viernes presentaron en la siempre atenta La Lata de Bombillas de Zaragoza su nuevo E.P., compuesto por 5 canciones. Con un arranque un tanto sinuoso debido quizá a la falta de ajuste de sonido entre todos los instrumentos, la banda en seguida se asentó en el escenario y dieron forma a un show de presentación cercano y atractivo.
Las guitarras y la voz de Jesús están en primer plano: unas guitarras que merecen una mención especial pues son, quizá, la perla en el sonido de Casi Reptil. Con un sonido muy acertado, que mezcla tonalidades de chorus, echo y delay - que tanto se prodigó en los años 80-, consigue combinar texturas y arpegios que maridan a la perfección con las canciones de la banda.
Temas como “Persona” dan buena cuenta de ello. Mención especial también para la base rítmica, con una bajista en estado de gracia, que le da carácter al sonido con unas líneas de bajo hermosísimas que apoyan a otro de los pilares del grupo, los teclados y sintetizadores tocados por Cristina. El cuarteto cuenta todavía con un repertorio escaso, pues acaban de arrancar, pero el concierto no se hace excesivamente corto; la gran cantidad de tonalidades sonoras y el alterne de voces entre los dos cantantes –chico y chica- hace ameno y atractivo el show.
Tocaron el nuevo disco al completo más sus singles y canciones previas, destacando entre todas “Savia”, una de sus composiciones más atrayentes, hecho que se notó sin duda entre el público. Uno de los momentos más especiales de la noche se produjo cuanto invitaron al batería de Calavera y Kyoto a tocar con ellos un tema, pasando el batería titular de la formación a los teclados y convertirse así en un quinteto durante esa canción.
Tras despedirse con “Última imagen”, apoyada en una preciosa base de guitarra acústica y que cierra el E.P. de mismo título, la gente les pidió insistentemente que tocaran más. De hecho, faltaba sin duda la mejor canción de todo su repertorio, “Desierto”. Fue Jesús, sólo con su Telecaster y su especial sonido, el encargado de ejecutarla como guinda final para terminar de manera inmejorable el concierto.
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