Victoria Local
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Victoria Local

7 / 10
Verano González — 04-02-2020
Empresa — Dabadaba
Fecha — 31 enero, 2020
Sala — Dabadaba, Donostia
Fotografía — Carla Dal Forno por Unai Macias

Supongo que no es fácil encontrar artistas locales para abrir un concierto de Carla dal Forno, sobre todo si buscas cierta afinidad estética con una propuesta tan poco convencional. La elegida para la ocasión fue Verde Prato, proyecto personal de Ana Arsuaga, integrante también de las bandas Mazmorra o Serpiente. Con esta última, precisamente, actuó en el mismo escenario justo un año antes abriendo para Preocupations. En esta ocasión presentaba un EP homónimo de seis canciones de belleza sencilla pero de influencias variadas e intrincadas.

Acompañada únicamente de un teclado y un looper, abrió interpretando “Ostatnia Niedziela", versión del tema de 1936 que hiciera popular el polaco Mieczysław Fogg. La canción, originalmente un tango que narra la triste última cita de dos amantes, adopta en manos de Ana Arsuaga un aire tradicional menos dramático pero igualmente emotivo y nostálgico. Sus escasos dos minutos fueron suficientes para captar la atención absoluta de TODO el público y conseguir una comunión perfecta, esa cosa tan difícil de explicar pero tan fácil de entender. Resultó sobrecogedor ser testigo de que, con tan pocos elementos escénicos y una colección de piezas de producción engañosamente sencilla, se pueda inundar la sala con semejante atmósfera: el minimalismo salpicado de palmas secuenciadas de “Amaren Kanta”; el crescendo contenido de “Aitaren Kanta”, con su voz acompañando la melodía de piano sobre una leve percusión que repiquetea como gotas de lluvia; la cadencia circular de “Anaien Kanta”, con un estribillo de tarareos, lamentos y silbidos que el público repetía una vez terminada la canción; y la voz, esa voz maravillosa que pasa de tonos altos a tonos graves de manera impecable. Con su capacidad de transmitir serenidad, ternura, sensualidad o dramatismo, las composiciones de Ana Arsuaga sobrecogen no solo porque te mecen como lo hacen las nanas, sino porque hay algo en su manera de interpretarlas que las dota del atavismo de esas tonadas tradicionales que archivamos en el cerebro como si fueran instintos con los que hemos nacido.

Es poco frecuente asistir a un concierto en el que no haya personas hablando por encima de la música, más lacerante aún en actuaciones tan poco ruidistas como ésta. Pues nada se oyó entre el público durante su actuación, y fue especialmente emotivo cuando Arsuaga se adelantó hasta el borde del escenario para cantar a capella y sin micrófono un tema que, ante el silencio sepulcral de la sala (e incluso de la barra) solo estuvo acompañado por el susurro de un aire acondicionado que, en ese momento, sonó sencillamente sublime. Terminó con “Neskaren Kanta”, una rendición ante el deseo que comienza únicamente con su voz y que crece en intensidad y apasionamiento a ritmo contenido de reggaetón.

Si el concierto se hubiera celebrado un mes antes podría haber afirmado que se trataba del mejor concierto del pasado año. Pero fue el último día de enero y ahora queda todo un año de cuesta abajo. Ana, ¡artista, jefaza, diosa, crack, titán, mastodonte, Atlas, Frozen!

Y salió la australiana Carla dal Forno a presentar su reciente disco “Look Up Sharp”, más depurado y luminoso que sus trabajos anteriores. Las referencias más evidentes en su obra son el post punk, en lo genérico; y bandas como Cocteau Twins, Joy Division o los Depeche Mode más oscuros, en lo concreto. Pero hay también influencias más sutiles y luminosas como el synthwave o el techno de los ochenta. Todo ello tamizado sobre atmósferas vaporosas que son el pilar principal sobre el que se apoyan sus composiciones.

Salió embarazadísima al escenario (¡ole, tú!) y acompañada de Mark Smith a la parte electrónica, dejando para sí las voces y el bajo. Abrieron con “Don’t Follow Me” y tan literalmente se tomaron algunos el título de la canción que un buen número de personas desconectaron del concierto enturbiando el ambiente (esta vez sí) con conversaciones y jaleo incesantes. En esta parte inicial hizo un repaso por sus trabajos anteriores, más lo-fi y áridos en cuanto a acabado. Sonaron “What you gonna do now?” (¿A nadie más le recuerda este tema al “Serenade” de Steve Miller Band?) y “Fast Moving Cars”, y las versiones “Blue Morning” —de The Kiwi Animal— y “Lay Me Down” —de Renée—, temas de estilos muy diferentes que ha sabido unificar manteniendo el espíritu original.

A partir de ahí interpretó todos los temas vocales de su último disco, dejando de lado los instrumentales, más oscuros. Como resultado, en directo sonaron menos a Cocteau Twins y más a Chomatics, sobre todo en la parte final, donde encadenaron sus canciones más bailables y/o sugerentes (“No Trance”, “ Took a Long Time”…) en el tramo en el que mejor consiguieron conectar con el público. Al sonar “I'm Conscious” me parecieron también evidentes las influencias del trip hop de los primeros Portishead, consiguiendo una eficaz interpretación hipnótica y envolvente tan típica del género.

Resultaron refrescantes las pequeñas improvisaciones de Mark Smith sobre todo en las transiciones entre los temas, dando un aire abstracto y experimental a unas composiciones que son en origen más limpias y melódicas. No obstante, tuve la sensación que estos fragmentos que servían de puente entre las distintas canciones hicieron que a más de uno les resultase difícil saber si el tema había terminado o no, provocando más confusión y desconexión con el público. Dieron un buen concierto pero no consiguieron trasladar al directo ese aspecto fundamental de su obra que son las atmósferas etéreas, lo que resultó más evidente en el sonido de la voz que, quizá demasiado despojada de reverb y efectos, sonó muy plana, perdiendo parte de la capacidad evocadora e inmersiva de sus producciones en estudio.

Lo peor que te puede pasar si eres Carla dal Forno es que te telonee Verde Prato. En esta ocasión, el pez chico se comió al grande.

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