El rock and roll sigue latiendo, con o sin pandemia, mirando al cielo en busca de David Bowie en “Suffragette City”. Martín Guevara fundió la palabra heaven -donde debe estar su ídolo- con el hey, man del estribillo de la icónica canción y llegó la hora de rescatar a Ziggy. Una hermosa pantalla vomitaba parte de la letra y la bajista Coni Duchess se sumó a los coros. Hablamos de Capsula, claro, que durante 80 minutos se emplearon a fondo en un ejercicio de rock rotundo, sin concesiones, de la mano de unas proyecciones espectaculares, ante un teatro que se quedó un poco desangelado, por debajo de las 250 butacas asignadas con el aforo reducido.
Pero si algo han demostrado los vasco-argentinos a largo de su ya dilatada carrera es que siempre van a lo suyo, a las buenas y a las malas, que no pueden vivir sin pisar un escenario, sea en un gaztetxe o uno más lustroso como es el caso. “Es un lujo volver a estar en los escenarios”, reconoció Martín. El rock corre por las venas del grupo. Más bien, la historia del rock recorre su cuerpo entero, que va desde el pesado sonido de Black Sabbath hasta The Cramps pasando por todo lo que queda en medio. Un fuego morado abrasaba por momentos la pantalla. Los guiños psychobilly se alternaban con la psicodelia y las ráfagas punk. El abanico de Capsula, que es inabarcable. No es casualidad que también prueben suerte con “Russian Roulette”, de The Lords of the New Church, con una poderosa Coni a la voz principal.
Ocurrió algo extraño. Pasada la hora de concierto, tras el primer bis, los altavoces invitaron a los asistentes a que abandonaran el recinto. Fue un error de cálculo. Una confusión. No se movió nadie. Capsula habían venido a jugar, estaban eufóricos, uno diría que aliviados con su regreso, como si fuese un milagro que el rock and roll siga existiendo en “estos tiempos de mierda”. Disfrutaron tanto como los asistentes, se vaciaron como si fuese el último concierto de sus vidas, o quizás el primero.
Más allá de las habituales poses de rock star de la pareja Martín/Coni -ahora me pongo de rodillas, luego toco con la guitarra del revés- el nuevo batería de la banda se reivindicó con una actuación soberbia. En realidad, fue la noche de las reivindicaciones. Empezando por el propio grupo, que no ha perdido un ápice de frescura tras el parón pandémico, y con su último disco, "Bestiarium", cada vez más lejos, como si todo hubiera sido un mal sueño y no hubieran dejado de dar conciertos.
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