Exhibición y gloria
ConciertosBryan Adams

Exhibición y gloria

9 / 10
Urko Ansa — 17-11-2024
Empresa — Get In
Fecha — 15 noviembre, 2024
Sala — BEC, Bilbao
Fotografía — Dena Flows

65 años tiene ya el maestro de ceremonias del B.E.C., el artista musical que lo inauguró y que ha vuelto a visitar, con esta, en otras tres ocasiones. No vamos a ocultar a estas alturas nuestro previo buen pronóstico, después de haberlo visto en este mismo recinto en otras dos ocasiones, pero casi nos inclinamos a sentenciar que esta ha sido la mejor de todas: un repertorio exquisito, versiones sorprendentes y un manejo de los tiempos, maneras y actitudes que suponen toda una lección para los artistas jóvenes.

Nada menos que siete temas de “Reckless”, un sueño hecho realidad para el seguidor más heavy, además de otros tres del anterior “Cuts like a knife” (1983), aunque también hubo ocho temas de los noventa, además de éxitos más recientes y más sorpresas que detallaremos a continuación. A las nueve en punto se oye una bocina y un modelo antiguo de coche hinchable teledirigido con el logo “Bryan Adams” en los laterales sobrevuela al público al ritmo de “Whole lotta shakin’ going on” de Jerry Lee Lewis, “Let’s have a party” de Wanda Jackson, “Johnny B. Goode” de Chuck Berry y otros clásicos rock and rolleros que amenizan al público y retrasan diez minutos el comienzo del show. ¡Bendito retraso!

En esta ocasión el canadiense no tenía nuevo álbum que presentar, aunque desde su última visita (en 2019, aquí la crónica) editó en 2022 el disco “So happy it hurts”, del cual nos tocaría tres piezas, la primera de ellas “Kick ass”, que abrió el concierto de manera triunfal. Y ya entrados en materia, acelerador a tope con “Can’t stop this thing we started”, la clásica “Somebody”, y empalmada a ésta, una de sus joyas noventeras e indisimulada declaración de intenciones, “18 till I die”, que, viniendo de quien viene, resulta harto convincente. No descansó Bryan, pues la juntó con la balada “Please forgive me”, que hace derritir los corazones de las 15.000 almas allí congregadas.

La batería entra como un tiro en el hit ochentero “One night love affair” y levanta a los muertos, seguido, para compensar, por una de las recientes (“Shine a light), contagiosa como ella sola. Bryan nos contó que se la dedicó a su padre fallecido, y nos conminó a encender una luz (la del móvil, por supuesto) pensando en nuestro padre, nuestra madre, nuestra pareja o los niños de Palestina, en un comentario esta último que le honra y que ojalá copiaran otros. La tríada de temas de 1983 y 1984 comenzó de nuevo con “Take me back”, impresionante rock, con Bryan enfrentado con su guitarra solista Keith Scott y haciendo ambos unos coros realmente alucinantes, para agasajarnos con la apabullante “Kids wanna rock” (enorme solo de guitarra de Keith) y “Heaven”, de nuevo para compensar tanta potencia. La gente está en el cielo, y lo seguirá estando hasta el último minuto.

Dos temas cayeron del exitoso LP de 2015 “Get up”: una estilosa “Go down rockin’”, posiblemente cambiada y la deliciosamente festiva y country rockera “You belong to me”, en la cual animó a los hombres a quitarse la camiseta, y vaya si lo hicieron. Entre las dos, la mítica y grandiosa “It’s only love”, que dedicó a Tina Turner, con quien originalmente grabó la canción allá por 1984. Además, la homenajeó con un fragmento de “What’s love got to do with it” de Tina. Después de “You belong to me”, “Cloud number nine”, una de las dos representantes de aquel “On a day like today” de 1998. Seguidamente, una sorpresa mayúscula nos golpeó en forma de Heavy Metal oscuro: nada menos que el “Rock and roll hell” de Kiss (canción escrita por el canadiense para la banda estadounidense), uno de los temas más tenebrosos de aquel “Creatures of the night”. Increíble cómo Bryan adapta el tema a su tono más alto y el respeto con el que tratan la canción, del cual incluso expandieron sus más penetrantes atmósferas alargando el tema en una escala repetitiva de lo más sugerente. El público, eso sí, se quedó helado y sin explicarse de dónde había salido tan “extraña” canción.

“The only thing that looks good on me is you” recuperó a un público ávido de dar palmas, al cual encendió más al introducirse por la pasarela frontal. La ñoña balada “Here I am” precedió a otra de las sorpresas de esta gira: nada menos que el “When the night comes” de Joe Cocker, acústica y minimalista como la anterior, eso sí, igual que la siguiente “When you’re gone”. El modo en el que él sólo maneja a la audiencia demuestra que estamos ante un artista de los de verdad. Fuera bromas, un tipo solo con su guitarra y su voz que pone a un pabellón entero a botar, cantar y dar palmas sin parar es un jodido fenómeno. Aún así, después del bajón de revoluciones como alivio compensatorio al Heavy de Kiss, recuperamos pulsaciones con la pseudo reggae “Always have, always will”, del último disco de estudio, un tema más que resultón y adictivo, para volver al almíbar de “(Everything I do) I do it for you” (donde cantó sin guitarra) y la un poco más vigorosa “Back to you”, que puso el B.E.C. saltando de felicidad. Impresionante.

Otro arranque espectacular vino con el el “Do wah diddy diddy” de Manfred Mann para, rápidamente, regalarnos el último tema nuevo que tocó esta noche: “So happy it hurts”, en la cual, y en la siguiente “Run to you” y su fantástico videoclip, nos volvió a sobrevolar el coche hinchable, esta vez provisto de luces, en un efecto bastante logrado. “Summer of 69” nos mantiene en la gloria, para seguir con el azucarado “Have you ever really loved a woman?”, esta vez con solo Bryan y Keith en el escenario. La traca final es de órdago: “Cuts like a knife”, en la cual Bryan y Keith se encaran con el batería en una espectacular imagen captada por las cámaras, la emotiva “Straight from the heart” (Bryan con su acústica solo en el escenario) y el que se suponía grand finalle de “All for love”, temazo donde los haya y que grabó hace ya tres décadas junto a Rod Stewart y Sting.

Al tocar también esta última en acústico, Bryan repitió los errores de sus dos últimas visitas: terminar de manera minimalista un concierto incendiario. No había ninguna necesidad de ello, pero es que todo esto no importa lo más mínimo al público. Además, y para dejarme sin argumentos, se repite el esquema antes mencionado: él solo con su guitarra moviliza a todo el pabellón con una convicción que incluso cuesta creer. Cuando ya nos retirábamos sale otra vez con su banda y nos sorprende con el “Can’t take my eyes off you”, grabado por mil artistas, aunque algunas de las versiones más famosas correspondan, por ejemplo, a Gloria Gaynor o a los Pet Shop Boys. Una auténtica fiesta, casi dos horas y media de frenético espectáculo y un final en todo lo alto. No hace falta ser fan de toda su discografía para declararse fan de este tipo. Chapeau por él.

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