Ardió la Jimmy Jazz desde el primer hasta el último riff. ¿Quién dijo que Brujería se iban a separar? Por si alguien tenía alguna duda, con el machete en una mano y el micro en la otra, Juan Brujo puso las cosas en su sitio. Con nuevo disco debajo del brazo y el entusiasmo intacto, Brujería están más vivos que nunca.
Noche intensa, noche incendiaria. Vice Presidentes, trío gasteiztarra con casi una década de experiencia, tuvo el mérito de igualar (e incluso superar) en brutalidad al grupo estrella del cartel. Difícilmente se me ocurriría otra formación para telonear al combo chicano: Grind-Core de excelente factura, de una increíble fuerza pero con suficientes matices y cambios de velocidad como para no considerarlos “un grupo más”. “Jugular Bells”, parodiando a Mike Oldfield, ya nos avisó de lo que se nos venía encima: velocidad, voz de tonalidad extrema y ganas de darlo todo sobre las tablas. Con la batería en medio del escenario, casi a la misma altura que Dorbu y Kanda (bajista y guitarrista/vocalista respectivamente), resultaba curioso observar como Mikel se inclinaba sobre su instrumento, casi agachado, para machacar timbales y platos, mientras castigaba el doble pedal sin perder la concentración. Debe de ser dificilísimo mantener ese ritmo a esas velocidades, aunque la comunicación visual con el bajista pareció cumplir con creces su objetivo. Cayeron todas las de su último y poderoso trabajo, como la que le da el título (“Grind Capital”) o DDT (Deporting Donald Trump), amén de “Let’s go, let’s bomb”, “Coprofunding” o “Past knocks your door”, interpretadas las cuatro de forma consecutiva con “I’m the monster, you’re the lunch” del primer disco intercalada, creo. Y es que no es fácil reconocer a la primera todos los temas, menos aún en directo.
De “Bloodola” solo cayeron la primera de la noche (la mencionada “Jugular Bells”) y la impresionante “Denak errudun”, de sólo 29 segundos de duración. Fue esta la única interpretada en euskara (idioma en el que solo han grabado 3 temas hasta ahora). Vicepresidentes salieron a matar, y mataron. Ver a Kanda desgañitarse mientras frunce el ceño asusta más que 6 tipos enmascarados. El público lo flipaba: saltos, pogo, gritos… una auténtica explosión de adrenalina. Defendieron con uñas y dientes los nuevos “Grave Arkauti”, “Runner to the hills”, “Back from the black hole” y, creo, “No future for biology”. Otra joya de medio minuto, la incisiva crítica a los posers del jazz “Ahmadinejazz”, veloz e inmisericorde, encaró la recta final con su tema más musicalmente logrado: “Basque Street Boys” (rabioso, adictivo y con mucho estilo) además de “Comandante”, ambos del primer disco, con la que se despidieron. Por lo visto, también tocaron entre esos dos “The Kill” de Napalm Death. En total, 47 minutos de pura caña y adrenalina, sí, pero de un carácter colérico y afilado hasta el extremo. Solo eché en falta algún sampler del inefable ex alcalde Maroto y que explotaran más el concepto de "Grind Capital" en contraposición del tan cacareado “Vitoria/Gasteiz Green Capital”. La escenografía, con la cabeza de buey (o lo que demonios sea) con luces en los ojos cumplió de sobra. Y es que cuando hay talento no hace falta mucho más.
La sala presentaba un aspecto excelente; debía de estar casi llena. Antes del concierto se podía observar la larga fila con un público variopinto aunque eminentemente heavy, muy heavy. De todos modos, tampoco faltó la representación punk y, para rematar, el sector latinoamericano y/o chicano, este sí, totalmente heavy o extremo. Cuando, tras media hora de espera y una emocionante intro, saltó Brujería con la impresionante “Raza odiada (Pito Wilson)” la explosión de júbilo, que no declinó en todo el concierto, resultó emocionante. La gente lo dio todo: hubo pogo, head-banging y hasta algún conato de hardcore dancing (traducido: darse de ostias) que, pese a todo y hasta donde yo sé, no pasó a mayores. “El desmadre”, las eufóricas “Colas de rata” o “La migra (cruza la frontera II)” desembocaron en una especie de locura colectiva, al menos de la mitad de la sala para adelante. Ponerse en primera fila es increíble: puedes dar la mano a Juan Brujo, El Sangrón o Pinche Peach, los tres vocalistas, recibir una botella de agua o de cerveza de su mano, hacer head-banging casi tocando la guitarra de El Criminal y apoyarte en el borde del escenario si estás cansado. Inconvenientes: La caterva que machaca desde atrás puede aplastarte contra el muro, puedes mojarte la cabeza con cualquier tipo de líquido y… ya está, no hay más: todo lo demás es positivo. Por lo demás, y alzando los ojos hacia el escenario, no es fácil seguir el trasiego de miembros de la banda, aunque esta noche fueron seis greñudos: los tres vocalistas más Hongo (bajo), Hongo Jr. (batería) y El Criminal (guitarra).
“Hechando chingasos (greñudos locos II)” es uno de sus temas más completos, con esos pre-coros y aquel estribillo matador. Pura euforia. Donald Trump fue citado por segunda vez en la velada, tras el “Deporting Donald Trump” de los Vice Presidentes. Esta vez la joya se llama “¡Viva presidente Trump!” y, no, no es precisamente lo que parece. Los tres temas que sonaron del controvertido último disco fueron los muy logrados “Angel de la guarda”, “Satongo” (¡dale cabrón!) y “No aceptan imitaciones”. Fue “Raza odiada” el disco más representado con nada menos que 7 temas, aunque “Brujerizmo” se llevó un total de 6. La propia “Brujerizmo” sonó increíble. ¡Menuda fuerza! ¡Vaya poderío! Otros del mismo trabajo, como la mencionada “El desmadre” o “Sida de la mente”, “Anti Castro” (con algún que otro silbido, aunque muchos menos que en 2006 en la sala Jam de Bergara), “Marcha de odio” o “División Del Norte” sonaron también aplastantes. Fueron los del mítico y censurado primer LP (“Matando Güeros” de 1993), lógicamente, los más celebrados: “Seis seis seis”, “Castigo del brujo” y el tema-título, pero, sorprendentemente, solo cayeron tres de aquél. Enfilaron la recta final con las esperadas “Revolución”, “División Del Norte”, “Consejos narcos” donde casi no se entendía la letra, “La ley del plomo” y la traca final con “Matando Güeros” y “Marijuana” (la versión de “La Macarena”) que puso el punto final festivo a un musculoso ejercicio de Metal Extremo, quizás el más comercial de todos ellos por su mensaje, digamos, fácil, llamativo y “universal”. Caras tapadas con pañuelos, “instrumentos” en la mano y mensaje anti-gringo y violento. Los miembros de Brujería son, sin embargo, cordiales con el público, y aunque el machete de Juan Brujo silbe por encima de tu cabeza, sabes que no te va a chingar. Tuvieron el detalle, además, de dejarnos tocar la cabeza decapitada del legendario “Coco Loco”, algo que no se consigue todos los días. Se les quiere. Se quiere a estos cabrones que hermanaron a vascos con chicanos en esta fría noche de diciembre. En la calle, 0 grados y en el aire un mensaje: “¡¡Viva México cabrones!!”.
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