A todos los que consumimos habitualmente música en directo nos ha ocurrido alguna vez: llegar a la sala en la que va a tener lugar un concierto de lo más interesante y ver que allí no hay (casi) nadie. Los motivos pueden ser muchos, pero la sensación de vacío es siempre la misma. Algo semejante ocurrió el pasado domingo 17 en la sala viguesa Radar Estudios (que además celebraba nueve años de vida) con el concierto de los franceses Brama, con el agravante de que en este caso el bolo era gratis.
Independientemente de la respuesta del público, el cuarteto galo se presentó con las armas cargadas y con ganas de demostrar que, aunque minoritaria, su música pesa muchos quilates. Con una curiosa formación de guitarra, bajo, batería y zanfona, Brama destapó el tarro de las esencias y maravilló a los presentes con su rock psicodélico de aires arábigos, con la particularidad de que la mayoría de las canciones están cantadas en occitano. Mención aparte merece la sala Radar, que continúa arriesgando con numerosos conciertos internacionales de estilos minoritarios. Entre los artistas que han traído este año podemos destacar el triplete de australianos Sunfruits, Bad Bangs y Druid Fluids, los británicos The Telescopes o los japoneses Tõ Yõ.
Todos los músicos mostraron sus habilidades como instrumentistas y como cantantes, hilando unas preciosas armonías vocales. Guitarras serpenteantes y potentes, una línea de bajo sin fisuras, una batería vibrante y una zanfona psicodélica son los ingredientes para un concierto memorable que hizo las delicias de todos los amantes de los riffs inspirados, el fuzz ruidoso y los largos pasajes instrumentales. Todo esto sirvió, además, para presentar su primer, único y homónimo larga duración, publicado este mismo año tras el mini-album de seis temas “La Glane” (Auto, 22).
Sus enérgicas canciones pronto borraron la pesadumbre por la baja asistencia al concierto, e incluso con el paso de los minutos fue entrando más gente a la sala. Para otro artículo queda la eterna pregunta de por qué es tan complicado atraer a gente a conciertos de este tipo, y aquí nos centraremos en plasmar el gozo provocado por estos cuatro jóvenes (tres chicos y una chica) a lo largo de una hora. Si en el futuro próximo pasan por sus ciudades, no hagan como el público vigués y acudan a verlos.
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