Lo cierto es que bandas del tipo de Bombay Bicycle Club –esto es, aparentes y funcionales en base a un indie-pop melódico, suavecito y de fácil asimilación– han existido siempre en Reino Unido. De The Feeling a The Kooks pasando por Two Door Cinema Club o The Amazons, entre muchos otros. Suele suceder que en un momento dado disfrutan de considerable aceptación para, tras dos o tres discos, pasar a caer (al menos fuera del Reino Unido) en un cierto olvido. La banda formada por Jack Steadman, Ed Nash, Jamie Maccoll y Suren de Saram se impone, en cualquier caso, como destacada (y con algo más de recorrido) dentro de esa liga específica, aguantando el tirón en base un sexto álbum de estudio, “My Big Day” (Mmm..., 23), que ha contado con colaboraciones de renombre como las de Damon Albarn o Chaka Khan.
En cualquier caso, su paso por una sala La Riviera a medio gas (a pesar de la nutrida presencia de compatriotas ingleses) confirmó sensaciones en torno a un grupo que, en la práctica, resulta tan agradable como limitado. Partiendo, eso sí, de una intachable interpretación por parte del cuarteto protagonista (convertido en sexteto para el directo con vocalista femenina y teclista), lo cierto es que la actuación de los londinenses pareció quedarse un poco a medio camino de ninguna parte. Si bien los coloridos globos y las letras gigantes que adornaban el escenario con el título del elepé apuntaban a fiesta descontrolada (insinuada, además, por el propio vocalista Jack Steadman con los cañones de confetis que hizo estallar al pisar el escenario), en la práctica el asunto no fue para tanto.
Y es que, por un lado, la banda parece deberse a ese hedonismo que al final resulta descafeinado y no termina de estallar ni generar la tan necesaria onda expansiva. Quizá porque las propias canciones no alcanzan el tono necesario para propiciar el desparrame absoluto, o puede que sea falta de músculo o, incluso, de un carisma con el que prender definitivamente la mecha. Por otro lado (y en según qué momentos, como en “Diving” o “Rinse Me Down”), la formación se empeña en buscar una conexión emocional de mayor trascendencia con el público, en una maniobra que no parecen capaces de rematar, de nuevo a través de unas composiciones del todo aceptables, bien construidas y mejor ejecutadas, pero carentes de esa pegada determinante.
Bombay Bicycle Club firmaron un concierto simpático e inofensivo a partes iguales, sito en algún punto indefinido entre la insinuada celebración y un poso sentimental incapaz de cristalizar. El paso de la banda dejó, en cualquier caso, claros picos de disfrute gracias a la siempre pegadiza “Shuffle” (con ecos exóticos que los emparenta con Vampire Weekend), “Eat, Sleep, Wake (Nothing But You)”, “Turn The World On”, “Always Like This” como animoso cierre y único bis, o “I Want to Be Your Only Pet”, “Evening/Morning” y “Mediate” (estas últimas de las mejores del lote, con el combo saliendo de su zona de confort). Noventa bonitos minutos que, al mismo tiempo, es probable que nadie recuerde específicamente en cuestión de tres o cuatro meses.
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