Hay cosas que no pueden ser, y esperar que los asistentes a un concierto de los Black Lips permaneciesen sentados en un teatro como el Lara era, cuanto menos, improbable. Efectivamente, desde el minuto uno el público obvió los taburetes y se agolpó frente al escenario preparándose para uno de esos directos tan comentados de la banda. Sus cuatro componentes aparecieron con cara de cansados y con una hora larga de retraso, pero a nadie pareció importarle (que Estrella Galicia invitase a cerveza durante la espera posiblemente ayudó). El público impaciente, y ellos a lo suyo, que para eso venían de hacerse tres bolos durante el Primavera Sound. En escena, su habitual actitud capaz de combinar la total apatía con el descontrol entusiasta sigue funcionando.
La cosa empezó discreta, pero fue mejorando a medida que sonaban más canciones y aumentaba el nivel de alcohol en sangre, principalmente en la de los músicos, que no dudaron en compartir con los fans cervezas e incluso una botella de Jack Daniels al grito de “share!” y bajo la atenta mirada de unos sufridores guardias de seguridad con cara de no entender nada. Es cierto que los Black Lips ya no son lo que eran, por suerte. Ellos hablan de la madurez de su último disco, "Arabia Mountain", pero lo que importa es que su sonido es mejor, las canciones también y ellos han aprendido a tocar de verdad. También es cierto que no son unos recién llegados, que llevan trece años juntos y éste es su sexto disco de estudio. Pero en directo van y se olvidan de todo, practican la suciedad, metafórica y literal (“sorry for the garbage” llegaron a decir) y mezclan canciones de distintas épocas, desde Cold Hands a ese reciente trallazo que es Raw Meat pasando por la celebradísima O Katrina. Por eso, por mucho que hayan crecido como banda y ahora toquen en teatros, quien conoce toda la literatura acerca de lo que solía ser un concierto de los Black Lips, espera siempre esa señal invisible, que ayer coincidió con los primeros acordes de Bad Kids, para subirse en tropel al escenario.
Durante unos minutos, llegó a parecer que los de seguridad también bailaban al ritmo de las guitarras, debatiéndose entre bajar al público y esquivar los besos que les lanzaban los músicos. El desfase duró un suspiro, el tiempo de uno de los míticos morreos entre Ian Saint Pé y Cole Alexander (costumbre que han asimilado con mucho arte los gallegos Novedades Carminha). Para cuando llegó el bis, el público ya se había cansado de esa dicotomía imposible ‘Teatro Lara - concierto de Black Lips’ y ellos parecían pensar más en la ‘after-party’ que en otra cosa. Se despidieron con una corrección y una tranquilidad que nos hizo pensar que, quizás los Black Lips ya no se mean en el público, pero ahora tocan mejor.
¿COLD HANDS o Dirty Hands? estuve ayer allí y Cold Hands no la tocaron, de hecho varias personas estuvieron todo el concierto pidiéndola a voces. Macho ya podrías conocer los títulos de las canciones al menos.
Retiro lo de "macho".