Post punk espasmódico y lentejuelas
ConciertosBilboloop

Post punk espasmódico y lentejuelas

8 / 10
Pepa Ferreiro — 16-11-2022
Fecha — 12 noviembre, 2022
Sala — Azkena Bilbao, Bilbao
Fotografía — Pepa Ferreiro

La segunda jornada del festival bilbotarra Bilboloop se realiza después de siete días de la primera, a la misma hora y en el mismo espacio. Por un lado, la sala Ambigú acogió la performance del colectivo multidisciplinar Suave y en la sala Azkena, el viernes 11 de noviembre vimos los bolos de los locales Silitia y la banda británica The Lounge Society.

La contraprogramación de ese mismo viernes con Zahara en Basauri y El Canijo de Jerez en el Antzoki bilbaíno hizo que se redujera el aforo de la Azkena, algo que no impidió, incluso mejoró la experiencia musical de los y las asistentes. Subidos al escenario con un aspecto entre el glam y lo grotesco apareció la banda bilbaína Silitia con un bajo, un “sinte”, una máscara y lentejuelas. Fue inevitable hablar de Freddy Mercury cuando vimos al cantante. Una mezcla de Ladilla Rusa y Putilatex con una profunda raíz vasca y mucho desparpajo es lo que presenciamos el viernes. Líneas de bajo estéticamente salpicadas de la influencia del hard rock sostuvieron samples electrónicos regulares y machacantes que en ocasiones parecían celebrar los 30 años que cumple la valenciana Ruta del Bakalao. El sonido en este bolo fue magnífico y escuchamos muy finamente el euskera, el inglés y el castellano.

El público les acompañó. Tiraron una cerveza en el cableado en los primeros temas pero eso no impidió que el autotune inundara los registros vocales cada vez que el bajo intervenía. La fiesta se montó muy pronto en tono de rock, funky y techno. Las piezas de Silitia están estructuradas de manera experimental y nos alegramos cuando sonó “Tu. Eres. Un. Culo. ” ya que terminamos de introducirnos en su imaginario sonoro entre el absurdo y la denuncia. Tocaron cada tema a pelo, sin set list y finalizaron el bolo pidiendo al público que elija el último tema. La audiencia pidió varias pero ellos tocaron «una de Battiato» que les empujó a bajar a la pista de baile y compartir su fiesta con la audiencia. Para finalizar recurrieron a la subida de tono melódica cortada súbitamente por un mítico «bap – shu- baru» estilo sesentero. Beste bat incuestionable, rendición ante la audiencia y final irremediable.

Acomodados en el hype del diferido suben al escenario los británicos The Lounge Society con pinta de británicos con traje de chaqueta y un arsenal instrumentístico. Sobre las tablas: dos guitarras, bajo, batería y un pequeño teclado. La ejecución de cuerdas se fue intercambiando durante todo el bolo entre los miembros de la banda. La noche del viernes fuimos testigo del talento de esta banda emergente que ha debutado en largo formato este mismo 2022.

Abrieron con una intro lenta y pesada mientras se calibraba el sonido de la mesa y donde no acertaron muy bien a empastar varios canales de audio. Finalmente “Cain´s Heresy”, single homenaje a The Strokes fue la elegida para abrir. El público la reconoció y empezó a derretirse en la pista de baile. Hubo fans incondicionales impresionados por la elegancia que desprendían física y melódicamente. Esta banda habita entre varias corrientes musicales entre el post punk duro y pesado, el punk moderado, el indie agresivo y el sludge. El ritmo de los parches fue atrevidamente constante y homogéneo perfilando líneas rápidas de funk en el charles y la caja. Al contrario de Silitia, el sonido del equipo de voces dejó un profundo vacío en nuestra percepción pero los británicos se defendieron bien en otros campos. Se hicieron fuertes en la expresión corporal espasmódica constante, en la compenetración entre ellos y en la solidez de su propuesta.

Cameron Davey rompió la sensación de sobriedad con una gama densa y constante de espasmos corporales creando una experiencia caótica y hermosa mientras denunciaba una realidad social mundial pobre y sedienta de nuevos estímulos. Hubo espejismos entre Jhony Rotten y Damon Albarn en lo físico, pero esto es otra historia. Tocaron temas ya consagrados en la joven banda como “Blood Money” y “Remains”. Entre canciones, los músicos se recrearon en su propio sonido con outros maravillosas donde demostraron su solidez pero también repasaron la afinación constantemente y eso alargó las esperas. El público estaba muy frío en la primera mitad del concierto hasta que sonó “No driver”, la escena cambió y la mímesis se hizo constante. La actitud del bajista Hani Paskin-Hussain fue muy simbólica. Cuando no tenía los ojos cerrados tenía una mirada de hielo implacable a los allí presentes que mirábamos atónitos el poder que desprendían sus pedales.

Fue curioso el cambio en “Beneath the screen” donde Archie Dewis se aceleraba en el charles y rompía la outro con cambios de compás con líneas básicas del punk y el pop. Hacia el final del bolo presenciamos una sensación visual de bajada de frames en la expresión corporal de Herbie May cuando rasgaba sin parar la guitarra provocando una rever constante muy afilada e interrumpida por algún arpegio al antojo. Este músico roza la excepción en la calidad de sus riffs y el sonido de la distorsión en las líneas melódicas.El final llegó con la denuncia social de “Generation game” donde vaciaron sus egos musicales con el público bien cerca en una pieza de power pop progresivo donde los pedales desprendieron sonidos dulces y endemoniada distorsión. A veces balada, a veces gritos desesperados enraizados en el dub. Se acabó el tema y se marcharon. La ovación fue un hecho y la interacción un sueño.

Contra programaciones asfixiantes, el festival Bilboloop cierra su vigésimo primera edición con el placer de haber promovido la escena local e internacional con un cartel envidiable. Después de unos años de secano, el festival sigue en forma y con una proyección muy sana. Hasta la próxima Bilboloop.

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