A su manera

Hace tan solo dos días, y como antesala a los conciertos que Big Thief iban a protagonizar en la Península para cerrar su gira europea, Sergio Ariza escribía un estupendo artículo sobre los estadounidenses que titulaba, en lo que me pareció algo muy atrevido, ‘La banda del siglo XXI”. Pues bien, tras su paso anoche por la sala grande del Razzmatazz de Barcelona, ya no estoy tan seguro de que mi compañero cayera en la típica hipérbole que busca lectores en las redes a base de cierto sensacionalismo.

Lo de Adrianne Lenker (voz y guitarra), Buck Meeks (guitarra) y compañía, fue todo un alarde de cómo lograr que tus canciones adquieran un tono tan rotundo, robusto y sólido, que no dejen lugar a dudas de la calidad que atesoran. Y todo ello interpretado con una complicidad entre ellos francamente envidiable. Con esa seguridad de que ofrecen justo lo que quieren darnos, ni más ni menos. Si no hay necesidad de desplegar un solo de guitarra para alargar el tema, no se coloca y punto. Si hay que corta el crescendo porque hasta aquí llega la canción, pues se para en seco y a otra cosa mariposa. Todo lo hacen con el único objetivo de buscar una pureza primigenia que huye de los artificiosos trucos y viejos tics manidos del rock. Los mismos que lo han convertido en algo casposo y demodé. Por eso son lo únicos capaces de interpretar lo que no deja de ser una balada vaquera de manual como “Change” -con la que cerraron su set antes de los bises- acelerar su tempo en directo, y hacer que suene a algo diferente a lo que los miles de grupos de americana que pululan por el sur de su país son capaces de transmitir. Y justo ahí está la clave de todo. Porque Big Thief son la banda del siglo XXI que mejor sabe aunar la tradición del folk-rock que surge del sótano de la gran casa rosa de The Band y Bob Dylan, para darle ese difícil barniz ‘arty’ actual y que no quede impostado. Todo lo hacen a su manera.

Big Thief abrieron su concierto con una aguerrida ‘Masterpiece”, pieza que daba título en 2016 a su álbum de debut,  con la que dejarían claro, una vez más, que iban a darle un vuelco completo a su set-list, del que no repiten el orden en ninguno de sus conciertos. Por eso más de uno se fue a casa con el pequeño desencanto de que esta noche no incorporarán “Paul” a su show. No en vano es el tema que más escuchas atesora en Spotify y en España ha tenido ese plus de popularidad de la mano de esa excelente versión protagonizada por nuestras queridísimas Shego. Pero es solo una anécdota, porque el resto de repertorio tejió un hilo de coherencia que tuvo varios momentos álgidos. Mis favoritos pasaron por la oscuridad guitarrera de “Flower Of Blood”; la sollozante letanía de “Sparrow” donde la robusta voz de Adrianne Lenker se eleva sobre el reverencial silencio del público; el paseo por las llanuras de su país a ritmo del country-rock de “Red Moon”, la sorpresa que supone “Contact” con esa envolvente atmósfera que nos recuerda su admiración por el malogrado Elliott Smith y, por último, el momento cumbre que supone la desgarradora interpretación de una de mis favoritas: una sobrecogedora ‘Not’ que deja al público sin aliento.

Y así hasta el broche de oro de la mano de tres canciones de regalo para alargar el idilio. Primero una “Vampire Empire" que, pese a quedarse fuera de su último disco, no les ha impedido incorporarla en el set de esta gira. Después una canción titulada “Born For Loving You” que suena bastante optimista y que  nos confirma que Big Thief no se acogen a las normas no escritas del rock, al incluir dos temas todavía no publicados en los bises de su concierto. Algo que podría desconcertar a cualquiera, pero que en su caso resulta hasta lógico. Y ya para finalizar una pizpireta y campestre “Spud Infinity” que suena mucho más acelerada y vitalista que en el disco y a la que se suma un voluntarioso ‘quinto’ miembro para tocar el arpa de boca, aunque el resultado, y solo a modo de anécdota, no acaba cuajando del todo.