Cumpleaños feliz

El día que Besmaya incendió la sala Nazca de Madrid se cumplían tres años del lanzamiento de su primera canción. ‘Las Cosas Normales’ marcó el pistoletazo de salida de un proyecto que en menos de un ciclo electoral se ha convertido en uno de los nombres más pujantes de la escena nacional. Los corrillos de la industria comentaban que se habían terminado las invitaciones para el concierto de la cantidad de gente del mundillo interesada en asistir, incluido el que os escribe, por supuesto.

Mereció la pena como casi todas las cosas que levantan revuelo. En el mundo del espectáculo, la atención masiva suele ser garantía de buena factura, independientemente del gusto del lector. Decían los Besmaya que lo importante al final son las canciones, y con el puñado que ya tienen en sus manos es una de esas frases que si las discutes, pierdes. Si algo he aprendido es que a la gente por lo general le gustan las cosas bonitas y bien hechas (lo contrario sería estúpido) y Besmaya tienen de las dos. Además del encanto incuestionable de la vuelta de los dúos, los dos Javis (los buenos) se reparten los papeles a la perfección y hacen posible que funcione un motor que sin el equilibrio manifiesto sobre el escenario -a la izquierda la decisión, a la derecha la contención; a la izquierda el corazón, a la derecha la razón- no sería tan potente. Lo suficiente como para anunciar ese mismo día la ampliación del campo de batalla al mítico OchoYMedio el próximo noviembre. En un año y medio, han ido de la Moroco a La Paqui, quintuplicando el aforo: velocidad de crucero para una banda que parece ese equipo que empieza a ganar partidos sin bajar del autocar hasta que vemos normal lo que realmente es excepcional.

Si bueno, ¿y qué? ¿qué pasa con esas canciones? Pues que han puesto de acuerdo a los indierokeros más underground y a los que solo se enteran de las novedades musicales cuando actualizan su playlist de Spotify. De ‘Detrás de la Wii’, que es mi favorita, a las canciones incluidas en su primer EP homónimo, pasando por esa ‘Cuerda Auxiliar’ que dedicaron a quienes están siempre ahí. Le cambiaron su significado en directo, logrando que pasará de ser algo desalentadora a un homenaje a la vulnerabilidad bien entendida. Conozco esa sensación; es lo que pasa cuando todo te sale bien, que el optimismo inunda hasta el momento en el que te sirves el café. Como para que no desborde reventar la sala más grande del distrito financiero madrileño.

Ahora que toca moverse a otras latitudes, que toca lanzarse a un larga duración, Besmaya están construyendo un avión lo suficientemente sólido para que no toque techo en mitad del vuelo. El armazón serán canciones como ‘Me dará igual’, o ‘Honey’, dos de los momentos grandes de esta noche de cumpleaños; la gasolina la ambición manifiesta que expresan con cada acorde, con cada tensión de cuerda. Por cierto, primera parada la Fiesta Demoscópica de esta casa el próximo 16 de marzo en el Teatro Barceló de Madrid con las invitaciones también agotadas.