Poco queda de aquellos muchachos

Era agosto de 2013 la primera vez que pude disfrutar de un concierto de Belako. La cita no podía ser más especial, siendo ellos los encargados del warm up de unos Crystal Fighters que habían decidido presentar su segundo trabajo en las Cuevas de Zugarramurdi (crónica aquí). Bendito paraje y bendita ocasión. Los que presenciamos el directo de los de Mungia salimos con la sensación de que algo se había gestado en el rock estatal. Cuatro muchachos que tocaban con el desparpajo y la ambición de quienes saben que hay algo innato en ellos como para hacer algo grande. El tiempo les ha dado la razón, a ellos y a los poco más de 300 espectadores que tuvimos la oportunidad de verles desfilar hace ya un lustro y que hoy se han multiplicado por decenas de miles.

No es fácil llenar en Pamplona, ni con día soleado, ni con partido de Pelota en el Labrit, pero la estampa que lucía la sala Zentral en el momento en el que Yellow Big Machine subían al escenario hacía presagiar una dulce velada. Su último trabajo "See you next time" cuenta con temas tan redondos como “The old days” o “The next time”, esta última con un ritmo frenético y un pegajoso estribillo que demuestra el peso de una formación con casi una década de trayectoria a sus espaldas. Dejando de lado que hubo algunos problemas técnicos y que el sonido no fue el mejor, los bilbaínos ofrecieron un recital de canciones directas que, en el caso de “Give me fire”, contó con la inestimable colaboración de Cris de Belako en su creciente tramo final. Si los teloneros están para dar a conocer su propuesta y preparar el terreno, ambos objetivos los cumplieron con creces.

Faltaban pocos minutos para las 23:00h cuando Belako desembarcaba ante su audiencia. Los de Mungia, que venían a presentar su reciente "Render me numb, Trivial Violence", editado por El Segell de Primavera Sound, echaron a rodar con las primeras percusiones de “Maskenfreiheit”. Desde el inicio ya se vislumbró a una Cris mucho más liberada, prescindiendo de los teclados de antaño en una jugada que le ha quitado a Belako algo de autenticidad (bastantes sonidos son lanzados) pero le ha añadido una marcha más a su relato en directo. El setlist planteado por la banda quiso desde el principio ser un tsunami de saltos y baile, pero sobre todo un golpe sobre la mesa para reivindicar toda la trayectoria de Belako en los últimos años. En este sentido, se pudo disfrutar de lo más nuevo pero también de piezas ya míticas como la impetuosa “Off your shoes”, en la que Cris prácticamente se burla ante la posibilidad de que su voz se quiebre.

“Something to adore”, “Lungs” o el hit “Over the edge” sirvieron como muestra de la evolución de una banda que ha sabido convertir el rock más directo en una pista de baile, sin necesidad de demasiadas florituras y sin perder esa identidad oscura de la que gozan todas sus piezas. Especialmente emocionante se erigió el momento de la emigrante “Hegodun baleak”, con un Josu asumiendo un papel protagonista en lo vocal pero acompañado por el estribillo y coro de Cris-Lore que recordaron a un cuerpo de caballería a punto de asaltar una fortaleza. El concierto transcurría al tiempo que las revoluciones iban alcanzando cada vez cotas más altas por medio de temas como el single “Render me numb” o las tradicionales “Eat me” y “Zaldi Baltza” que prepararon el terreno para un final apoteósico. Los golpes de batería de Lander anunciaron la llegada de la coreadísima “Sea of confusion” que precedió al cierre con una “Haunted house”, a la que quizás le faltó el desgarro de otras ocasiones, pero por entonces ya daba todo un poco igual con una audiencia entregada y un directo prácticamente inigualable por estos lares. Todo aquello que algunos pudimos imaginar en Zugarramurdi ha sido superado por la inversión segura que supone a día de hoy el comprar una entrada para ver a los Belako. Poco queda de aquellos muchachos.