Luces fuera progresivamente, el público se impacienta. Una de las bandas con más proyección internacional del país presentó el jueves 27 en exclusiva en Bilbao su cuarto álbum "Plastic Drama" - el viernes 28 salió a la venta-. El Palacio Euskalduna estaba casi completo teniendo en cuenta la reducción de aforo a menos de la mitad de asientos por las medidas sanitarias, es decir, según datos oficiales de aforo, casi 1.000 personas.
Tras un par de llamadas del público, la banda salió a escena pasadas las 21:00h. El outfit marcaba tendencias de la generación Z y comenzaron sin dilación a tocar “Fire alarm” con Cris Lizarraga a tope en el frente y en las teclas. La combinación sonora se intensifica en el teclado y el delay de las voces en su personal sonido indie y reflejos alternativos del post punk, el dream pop y el lado más salvaje de las baladas rockanrolleras de décadas pasadas.
"Plastic Drama" estaba a medio descubrir ya que publicaron algunos adelantos como “Sirène”, el primer tema que escuchamos del nuevo disco. Uno de los puntos fuertes del bolo fue el juego de luces intenso y sencillo marcando el pulso de la banda y fundiéndose con la portada del disco que utilizaron de set. Las estructuras sonoras de Belako guardan un misterio que las hace irresistibles. Tras el cuarto tema, Cris se acerca a la audiencia confesando lo raro de la situación: "Supongo que estaréis sonriendo y cantando las canciones tras la mascarilla".
El concierto evoluciona y un ritmo bambero que desemboca en un fallo técnico pero aporta frescura a la linealidad del indie. La banda destapa de vez en cuando tímidos ritmos antagónicos a su propuesta principal. Sonó la popular "Maskenfreiheit" y ayudó a movilizar al público.
El nuevo sonido de Belako está en la cuerda floja entre la dulce distorsión y el salvajismo del pop al que se enfrentaron también en formato trío, con la guitarra fuera para tocar el nuevo “Marinela2017”. El público se harta de contenerse, dos almas se revuelven en la zona elevada del patio de butacas y contagian a sus asientos cercanos. El baile, claro.
Momento especial cuando la guitarra de Josu Billelabeitia se queda sola con la voz de Lizarraga en “Truce” emulando esas dulces baladas sesenteras que amedrentaron con la entrada explosiva del bajo de Lore Billelabeitia y el ritmo implacable de Lander Zalakain.
Después de “AKLR” tocaron “Profile anxieti” contra de “la mierda de las redes sociales”. Hay bandas locales como Airu o Lester y Eliza que beben clara y de manera asombrosa del sonido de los bizkaitarras. La intensidad del bolo decae y el público, aludido, comienza a palmear. Dos siluetas intrépidas e irreverentes despuntan esta vez en la zona frontal de la sala y vuelven a contagiar al personal. De ritmo y alegría.
Casi a la hora y media de concierto abandonan el escenario para recibir el riguroso "beste bat" (otra) traducido en aplausos y salen de nuevo al escenario y Zalakaín anuncia: "Klasico bat" (un clásico). Era la hora del aclamado “Sea of confusion”, mención a las mujeres que viven con sus verdugos en “Over the Edge” y terminan casi a doble pedal y alargamiento de la melodía con aires épicos y psicodelia contenida con el nuevo “The Craft” en la cual emularon un final sonoro a cámara lenta con sencillos e importantes efectos de iluminación.
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