El cambio de emplazamiento de La Ola de Sondika, al aire libre, al Bilbao Arena Miribilla de Bilbao, un amplio Palacio de Deportes, fue, cuando se anunció, una mala noticia para los asistentes habituales del BBK Bilbao Music Legends Festival. El primero era un enclave único, casi secreto y con características naturales insustituibles y el segundo, pues eso, no deja de ser un lugar para asistir a partidos de baloncesto y conciertos masivos. Miribilla probablemente no se llenó ni a mitad de aforo durante su concierto con mayor asistencia, que fue el de Status Quo. Eso sí, en determinados momentos vino bien para evitar la lluvia.
El bolo de Maika Makovski ya estaba en la recta final y parte de lo escuchado pudo recordar a una Kate Bush con banda de rock progresivo, aunque evidentemente hubo mucho más. La coreable "Love You Til I Die" conectó con la gente y las voces de las/os cinco intérpretes sonando al unísono en alguna canción evocaron a un precioso coro de ángeles. En la calle, en el bar Voodoo Child, sonaba a todo trapo el rockabilly con saxo de Micky & the Buzz que sedujo al personal en los tiempos muertos que se dieron entre los conciertos de interior.
El cuarteto inglés Girlschool lleva más de cuarenta años dedicándose al rock n roll. La cantante y guitarrista Kim McAuliffe y la batería Denise Dufort están ahí desde el principio, y tienen junto con sus otras dos camaradas una asociación que dura ya décadas. El repertorio acertadísimo, la interpretación bastante buena, pero gran parte del concierto se vio lastrado por un sonido aún en construcción. Supongo que tendrá que ver con no llevar un técnico propio, ya que horas después ocurrió algo parecido con Hawkwind, quienes llevaban al mismo técnico. El insuperable triplete inicial iba compuesto de “Demolition Boys”, “C'mon Let's Go” y “The Hunter” pero a las guitarras les faltaba punch y el sonido no acababa de perfilarse. Fue mejorando progresivamente para cuando interpretaron su primer single, “Take it All Away” de 1979, que dedicaron a Lemmy Kilmister al haber hecho este un poco de padrino con el grupo tras escuchar la atractiva canción. Dejaron claro que no sólo viven de rentas al interpretar “Take it Like a Band”, una de las canciones de su último álbum, del 2015, y remataron con “Race with the Devil” (original de The Gun) y con su clasicazo de querencia Motorhead “Emergency”. Una pena los problemas técnicos iniciales, porque esta última ya sonó cañón.
Salir a tomar el aire propició volver a escuchar en voz de Micky & the Buzz (durante su segundo pase) esa festiva canción sobre embriagarse con una botella de vino o con una de whisky, total lo mismo da. No al pie de la letra pero en cierto modo algunos seguimos el consejo de la canción. Status Quo era el reclamo principal para la mayoría del público, y hasta diría que el único reclamo en el caso de muchos. Los ingleses, encabezados por Francis Rossi (que formó la banda hace más de medio siglo) salieron a escena con “Caroline” y su ritmo implacable y pegadiza melodía, y ya desde ese momento tuvieron a la peña en su mano. Algunas voces principales las cantaron los demás músicos, para darle un toque distinto al show y supongo que para que Rossi descansara, y su clásico soniquete de rock n roll ya no nos abandonó en casi ningún momento. Da la sensación de que se quedaron colgados del boogie rock en 1970 y ya no hay vuelta atrás. Un concierto quizá algo verbenero pero de rock n roll, que es más estimulante. Lanzaron sin desentonar las recientes “Beggining of the End” y “Cut Me Some Slack” y ni siquiera odié como antaño la sinsorga balada ochentera “In the Army Now” (original del dúo holandés Bolland & Bolland) sino que me uní al coro general.Triplete de cierre con la colosal “Down Down”, y las ultra coreadas “Whatever You Want” y “Rocking All Over the World”, original de John Fogerty y que Quo popularizó como nadie en 1977. Dijeron el adiós definitivo con la perfecta y concisa “Paper Plane”, y entonces, de la que salieron del escenario, casi todo el público hizo lo propio. Algunos salimos a escuchar el concierto de fuera, pero la gran mayoría se piró a sus casas, cansados ya y saciados del baño nostálgico al que se habían sometido recordando cuando en 1976 compraron su primer Lp del grupo. Un poco más de rollo no habría venido mal, que dirían aquellos.
En la carpa exterior sonaba el blues del guitarrista Gonzalo Portugal, de Last Fair Deal, acompañado de un trío de base rítmica y teclas para su actual proyecto en solitario. Hizo ilusión ver a tanta gente congregada alrededor de esas fantásticas canciones, aunque fuese el tramo final del concierto. “A Thing or Two” y “On my Way” sonaron de su cosecha propia, y también se pudo escuchar el “Crossroads” de Robert Johnson o el rítmico “I Got the Feelin' “ de James Brown antes de volver bajo techo.
El grupo ya estaba empezando a sonar: Hawkwind, los reyes del rock espacial y el primer proyecto musical en el que Mr Lemmy Kilmister, de Motorhead, dejó realmente su huella en la historia de la música, aunque sólo fuesen tres años a comienzos de los setenta. Empiezan con “Silver Machine” y yo no me lo puedo creer. Su tema más famoso y posiblemente el más característico sonando en primer lugar, cuando el público aún andaba desperdigado. Y no era sólo eso, gran parte de la gente, simplemente había desertado. No importó, habíamos venido a disfrutar. Unos cincuenta años esperando para verles, aún siendo desde mi anterior vida. La máquina plateada suena aunque no lo suficientemente alto, falta presencia. Como en Girlschool, también en este va adquiriendo color paulatinamente el conjunto del sonido. Se lanzan sobre “Unsomnia”, de su más reciente trabajo titulado “Somnia”, y tiene similar pegada a sus clásicos, y es que el grupo inglés se caracteriza por tener una cuantiosa discografía reciente de nivel. Nos introducen en extensas y estimulantes canciones, preñan unas con otras, y hacen viajar al escaso y entregado público. Lo contrario que en Quo, donde todo era concisión e instantaneidad, aquí hay lentos desarrollos con estimulantes resultados. No veo al Merlín, que parecía muy fan del grupo, y pienso que quizá se ha perdido en la inmensidad de la noche. La cosa ya va sonando en su sitio.“Born to Go” nos hace eso, continuar, y con “Brainstorm” algunos nos vemos irrevocablemente atraídos como un imán hasta primera fila, donde terminan de hacernos levitar. Dave Brock y los suyos ponen punto y aparte a una jornada llena de grandes momentos.
Shirley Davis & the Silverbacks es un combo español de soul y funk aunque su estilosa y potente vocalista nació en Londres y tiene orígenes jamaicanos en su familia. Su madrina fue la añorada Sharon Jones. El sábado por la tarde el sexteto arrancó sin ella, con un instrumental que cada vez fue mutando hacia algo más funk, hasta que la anunciaron como la nueva reina del soul europeo, salió a escena, y ya en septeto lanzaron “Stay Firm”. Desde ese momento el interés del público creció y creció. Y pienso que esto es normal con cartas como “Wild Girl” o “Culture or Vulture”, ambas de su más reciente trabajo, “Keep on Keepin' on”, de este año. Constantes ritmos bailables y orgánicos, con la trompeta y el saxo en lo más alto y una Davis con un poderío vocal único fue la atractiva propuesta de esta agrupación que, seguro, aún dará muchas más alegrías en el futuro en forma de canción.
Afuera ya sonaba la música del sexteto Santiago Delgado y los Runaway Lovers, con canciones de su recién lanzado último disco, como la homónima “Bilbao”, y con clásicos indelebles de su repertorio habitual: “Mike Love Stomp”, “Ramones” o la sentida “Un triste Rock and Roll”. Aún harían un segundo pase que no presencié. Míticos. Y ya empezaba a escucharse el blues del guitarrista americano Walter Trout con la expresiva “All Out of Tears”, de su último álbum (en agosto saldrá uno nuevo pero aquí me refiero a “Ordinary Madness” del 2020), y aunque el sonido también fue aclarándose durante las primeras canciones, con sus punteos y su sincero lamento cantado ya nos tenía en el bote. Hablamos de un tipo que durante los ochenta fue guitarrista de Canned Heat y de los Bluesbreakers de John Mayall, y que previamente había secundado a gigantes como Joe Tex o el mismísimo John Lee Hooker, así que poca broma con él. En solitario lleva tocando más de treinta años, y aunque trató de hacer un somero repaso por su carrera, más que los nombres de las canciones nos quedamos con el sentimiento, el sentimiento de un hombre que varias veces ha estado, también en tiempos recientes, a punto de morir. Su trabajo parece ser relatarnos algunos de esos miedos y miserias del modo más sincero y directo posible, y vaya si lo logra. Aún así también hubo tiempo para buscar la satisfacción a través de arrebatadoras y pegadizas melodías como “Wanna Dance”. Hay a quien el concierto se le hizo corto, y es que a este hacedor de blues rock le dejas dos horas y aún es posible que le falte tiempo para expresar todo lo que lleva dentro. Grande por méritos propios.
Personalmente Paul Carrack fue el motivo principal para asistir el sábado a Miribilla. En segundo lugar del repertorio ya nos regaló “Tempted”, aquella maravillosa anomalía de Squeeze en la que era él mismo quien hacía la voz principal en 1981, antes de abandonar el grupo. Creo que en ningún momento de todo el festival fui más feliz. Luego tocó demostrar porqué se le conoce en algunos ámbitos como la voz de oro, y es que su voz (a sus 71 años) aún suena joven, fresca, dulce. Interpretó bastantes canciones asociadas con la FM, algunas casi de crucero, pero a todas les imprimió algo suyo además de sobrada profesionalidad y técnica. Quien se marchara por prejuicios no sabe lo que se perdió. Mucha balada propia como “Love Will Keep Us Alive”, que Carrack co-escribió para The Eagles, o la imperecedera “Eyes of Blue” (alguien mencionó algo sobre unas bragas mojadas) ligada a números más rítmicos tales como la coreadísima “How Long”, de su primer grupo, Ace, o “Set Me Free” y “Shame on You, Shame on Me” dos excelentes composiciones propias aparecidas en su más reciente lanzamiento, One on One, del pasado año, que llevó la fiesta por terrenos de R&B elegante. “Satisfy my Soul”, de Bob Marley, o la buenrollista “Groovin' “, original de The Young Rascals, trajeron sobre todo al Carrack intérprete, ese que va sobrado de talento vocal y que canta con honestidad, sin ínfulas. La luminosa “Over my Shoulder” (ese hit noventero de Mike & the Mechanics, es decir, del grupo del bajista/guitarrista de Genesis, donde el propio Carrack era el cantante principal además de componer) levantó a la generalidad del público aunque poco después se hizo el silencio. Todo había acabado. Menos mal que se le silbó y gritó para que tocase una más. Resultó ser “What's Going On” a través de la excelsa interpretación de un hombre que vale mucho más de lo que en general se sabe, cuatro minutos que hubiesen hecho sonreír al propio Marvin Gaye. El concierto de esta edición.
En la carpa exterior escuché unos minutos las versiones de Javi “Stills” & Co. y sonó bonita “Angel of Montgomery”, el original de John Prine vía Bonnie Raitt. Iba a cerrar la noche Alan Parsons con su Live Project pero a causa de una lesión en su espalda Loquillo le sustituyó. El catalán, sobrado de confianza y falto de algunas de las características que previamente comentaba sobre el concierto de Paul Carrack, empezó con temas nuevos con los que se me hace difícil conectar, como “Los buscadores” o la autoproclamación de “El último clásico”. En medio, que si soy el rey del glam, que no hables del futuro y que me gusta The Who. Y vamos con los clásicos que se hace tarde. Todos seguidos: “El ritmo del garage”, “Feo, fuerte y formal” y la ineludible “Cadillac Solitario”, entre otras. No es el tipo de concierto que más me interesa, pero allí estuvimos, un buen rato entretenidos. Y el año que viene más, por supuesto.
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