Hacía tiempo que no escuchábamos por estos lares la estentórea voz de Barrence Whitfield, que anteriormente ha visitado Donostia junto a The Hi-Risers y que también ha actuado y grabado con músicos cercanos como Petti o Joseba Irazoki. Esta vez, el ‘shouter’ de Boston vino acompañado por su banda de los últimos 25 años, The Savages, con la que protagonizó un palpitante espectáculo.
Volvían para presentar ‘Soul Flowers of Titan’ (Bloodshot Records, 2018), su cuarto disco desde que hace siete años volvieron a la carretera tras un largo descanso. Además, el de la Sala Kutxa Kultur Kluba de Tabakalera fue el último concierto de una gira española en la que, según bromeó, ha adoptado el sobrenombre de ‘Barrencio’. Así las cosas, la cita gozó de un carácter especial, el grupo se mostró absolutamente entonado y fue dueño de un sonido implacable.
En la formación cumple un papel importante el aguerrido guitarrista Peter Greenberg, que en los años 80 ya coincidió con Whitfield en combos como The Lyres o DMZ. También lucía canas y veteranía el bajista Phil Lenker, mientras que la juventud la aportaron Andy Jody a la batería y Brian Olive al huracanado saxo como última incorporación a The Savages.
Con la brújula siempre apuntando hacia el garaje enrabietado, el quinteto abordó piezas nuevas como ‘Slowly Losing My Mind’, ‘Pain’, ‘Adorable’, ‘I’m Gonna Leave you Baby’ y ‘Let’s Go To Mars’, durante la que fletó una nave espacial rumbo al Planeta Rojo. En la primera parte interpretaron, también a todo trapo, canciones anteriores como ‘Don’t Start Cyring Now’, ‘Corner Man’, ‘Bloody Mary’ y ‘Sad About It’, en la que ‘Barrencio’ gimió con ademanes teatrales y el grupo bajó un poco las revoluciones pero no la intensidad. Fue toda una exhibición de ‘black power’ en la que el público disfrutó de un verdadero atracón de soul y rhythm & blues. Las baladas brillaron por su ausencia y lo más lento que se escuchó fue algún medio tiempo como ‘Tingling’ o ‘Full Moon’
‘Blackjack’ sonó especialmente veloz, en ‘The Claw’ Whitfield hizo el baile del cosaco y en ‘Willie Meehan’ homenajeó al boxeador homónimo de los años 20 que considera “un héroe”. Con una despampanante voz heredera de los mitos más recordados de la música negra, profirió constantes e innumerables alaridos que quebrarían las cuerdas vocales de cualquier mortal, y entre canción y canción jaleó al personal al más puro estilo ‘soulman’ con gritos litúrgicos como
“Are you ready?” o “Say yeah!”.
En la recta final ordenó mover el trasero al ritmo de ‘Sunshine Don’t Make Sun’, otra composición nueva que encadenó con trallazos como ‘Turn Your Damper Down’, ‘Just Moved In’, ‘Rock & Roll Baby’ y un furibundo ‘Walking with Barrence’ en el que terminó literalmente escurriendo con sus manos el sudor acumulado en su camisa negra. Los bises comenzaron con ‘Bip Bop Bip’, continuaron con ‘Georgia Slop’ y finalizaron en clave apoteósica con ‘Ramblin’ Rose’, un homenaje a los míticos MC5 que incluyó falsete y cerró una hora y media escasa de jadeante rock.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.