Mes de julio y festivales por todo el país, coincidiendo entre ellos y aprovechando así el paso de buenas bandas que están de gira para hacer hacer paradas por distintas ciudades. El Barna’n’Roll se pone en primera línea y hace su primera aparición en el Poble Espanyol de Barcelona, un recinto adecuado y perfecto si todo sale bien.
Con un sol de escándalo y con unos pocos valientes como público, empezaron los dos primeros show de la tarde, Antipatiks y Crim. A Antipatiks por los cortes de tráfico en Barcelona no les pude ver, pero sí a los tarraconenses Crim, que destacaron por su punk combativo y reivindicativo que tan bien suena en su primer disco homónimo sacado hace dos años. Cada vez van a más estos chicos. Tocaba el turno de unos de los clásicos del punk y hardcore americano, Adolescents desde Los Angeles. Tony Cadena y Steve Soto vinieron a presentar su último y recién publicado “Manifest Destiny”, aunque en la hora escasa de show que tuvieron también les dio tiempo a tocar clásicos como “Amoeba” o “No way” con miembros de Bad Religion siguiendo lo que hacían desde el fondo del escenario.
Turno para el metal con Soziedad Alkoholika, una de las mejores bandas de metal que ha habido en este país. Su vocalista Juan Aceña aún consigue erizar los pelos a todos los que han disfrutado de jóvenes al grupo, y eso que S.A musicalmente ha cambiado durante los años, sin parar nunca su evolución. En directo continúa siendo una apisonadora y su “nuevo” batería Alfredo Berengena tiene parte de culpa de esto, ya que su impecable trabajo a la hace que aún disfrutemos más de todos sus temas. Además, para qué voy a engañaros, solo con que suene “S.H.A.K.T.A.L.E” y acaben con “Nos vimos en Berlín” sin censurar, ya me tienen comprado.
Eso sí, los triunfadores de la noche para un servidor fueron Toy Dolls.
Estos chicos ingleses toquen donde toquen triunfan. Solo este trío de Sunderland sabe cómo ponerse a todo el público en el bolsillo con solo cuatro acordes. Olga, Duncan y Tom Blyth vestidos con su uniforme de colores histriónicos y esas grandes gafas hacen lo posible para que el público sienta lo mismo que ellos sienten encima de un escenario. Ver y escuchar cómo tocan temas como “Up the Garden Path” o “Nellie the Elephant” o cómo hacen esos interludios musicales entre temas, me transportó directamente a principios de los 90 cuando descubrí su disco “Absurd Ditties” y cuando empecé a salir. Disculpad por el rollo, pero esa sensación estoy seguro que es la que casi todo el público tenía mientras botaba con las manos arriba, y las cervezas al aire en cada uno de los temas, todo con la coreografía típica de saltos, patadas, y carreras en el escenario que hacen Toy Dolls en directo.
Turno para Bad Religion (en la foto superior), la razón de verdad para gran parte del público de asistir al festival. Además, después del post de Brian Baker en Instagram sobre los miembros de Bring Me the Horizon y sus manías, aún venía más a gusto ver su show. Sorteando los problemas de sonido, un recital de clásicos fue lo que ofrecieron esa noche Gregg Graffin y sus chicos, que sorprendió a más de uno y a pocos dejó insatisfechos. Sonaron temas como “Infected”, “21st Century Digital Boy”, “Against the Grain”, un demoledor “Suffer” , la melódica “Punk Rock Song”, “American Jesus” y lo mejor de todo: seis o siete temas seguidos de “No Control”, su mejor trabajo.
Después de una breve espera y con la sorpresa de que no todo el público se había ido después de la actuación de Bad Religion, los italianos Talco salieron a tocar su mezcal de ska y punk reivindicativo que a veces cuenta con guitarreos intensos y más duros. No los había visto nunca, y su puesta en escena con el trompetista Rizia y el saxofonista Tuscia llevando todo el show a sus espaldas, alentando al público y saltando lo más alto posible encima del escenario, hizo que toda la plaza botara, en especial con “St Pauli”, donde ante la permisividad de los chicos de seguridad, algunos asistentes se sumaron a corear el tema. Y para finalizar el día, un grupo clásico como Bad Manners, una de las bandas de ska más representativas de Inglaterra y con tanta historia como la de su cantante Buster Bloodvessel. Lograron que los más valientes y la parroquia punk y skinhead que quedaba en el Poble Espanyol, acabase por todo lo alto una buena velada.
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