Ningún artista, con permiso de las Tanxugueiras, ha liderado a efectos de público como Baiuca el resurgir de la música tradicional gallega con hibridaciones contemporáneas. Así lo atestigua una gira de presentación de “Barullo” (Raso, 24) que va de lleno en lleno y que este mes de enero agotó entradas durante cuatro noches consecutivas en la Sala Capitol. De jueves a domingo, el principal recinto de la capital gallega colgó el cartel de completo, con un público deseoso de disfrutar de primera mano con un proyecto, el de Alejandro Guillán junto a inestimables colaboradores como Lilaina o Xosé Lois Romero, que vive su apogeo en medio de este revival tradicional.
Tiene de especial la música de Baiuca que no se limita a contemplar la herencia popular gallega desde el respeto y la reverencia. En disco, pero sobre todo en directo, sus canciones desafían al pasado, lo retuercen y lo hacen obedecer a sus propósitos: el baile y los sentimientos. Lo tradicional no es ya un objeto de museo, encerrado detrás de una vitrina para su estudio y contemplación. Es un ente vivo que se reconcilia con el propósito con el cual fue creado: expresar identidad y pertenencia a un determinado colectivo mediante la danza y el disfrute.
Como maestro de ceremonias, Guillán se refugia detrás de una mesa de mezclas mientras reserva la primera línea de focos para sus invitados estrella en esta ocasión: Antía Muíño, Xurxo Fernandes, Antía Ameixeiras, Felisa Segade. Sobre la platea de la Capitol desfila, noche tras noche, lo más granado del presente y del pasado, quizá también del futuro, de la música gallega. Con un ojo en lo tradicional y otro en la vanguardia.
En un espectáculo que raya las dos horas, Baiuca tiene tiempo para repasar todo su cancionero. Su último trabajo, el mencionado “Barullo”, es quizá el que más se acerca de todos al EDM y a la electrónica de masas, esa que lo conecta con nombres de éxito como Fred Again.. o Barry Can’t Swim. Pero su proyecto artístico es más que eso y temas como “Olvídame”, “Mangüeiro”, “Morriña” o “Muíño” lo reconectan con la tradición; mientras que otros como “Diamante”, “Fisterra” o “Paxaro do demo” (con Antía Muiño supliendo con creces a Alba Reche, Carlangas y Xoel López) lo llevan por los nuevos caminos del pop. Múltiples facetas que afianzan su capacidad de llegar a diferentes públicos.
Tras hora y media, un breve bis, de apenas diez minutos, despide un concierto que se cierra en alto con una versión de “Ribeirana”, el single más evidente del último disco. Todos los invitados suben al escenario para participar de un crescendo infalible que resulta en una explosión extática, el colofón de una actuación memorable y calcada a las otras tres de un fin de semana mágico en Compostela: el de la consagración de un proyecto de raíces gallegas y alcance global. Uno que, a un tiempo, sacraliza y pervierte la herencia de la que parte para imaginar con ella nuevos horizontes.
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