El mes de julio llega a su fin y con él lo hace también la segunda edición de Las Noches del Río Babel, un festival al que han acudido 40.000 asistentes y en el que 65 artistas y músicos han llevado su música al estadio Wanda Metropolitano de Madrid. Entre ellos se encuentra "la más pega' de España", Bad Gyal, quien deleitó a su público con un espectáculo de baile y música urbana.
Ya desde antes de que comenzara el concierto, su público se mostró activo y lleno de motivación, en parte gracias a los hits reggaetoneros que sonaban por todo el estadio. Pasado un tiempo, comenzó a mostrarse impaciente ante el retraso a la hora de empezar el concierto. Cuando por fin comenzó, entraron en el escenario las bailarinas portando enormes banderas como si de unos Juegos Olímpicos se tratara. Los tres primeros segundos de "Pussy" bastaron para reconocer la canción, y en ese momento apareció Bad Gyal sobre la larga mesa colocada sobre el DJ set. Comienza el show.
La catalana presentaba "Warm Up", su último trabajo. Un disco que vió la luz hace tan solo unos meses y que mantenía expectantes a sus seguidores, que llevaban años sin un nuevo trabajo largo. Pero además de las nuevas canciones, no pudieron faltar grandes temas de su carrera musical, como "Hookah", "Bom Bom" o "Alocao", entre otros.
La motivación y energía del público antes de comenzar el concierto, esa que he mencionado anteriormente, se multiplicaba a cada minuto que pasaba, convirtiendo las gradas en la pista de baile de una discoteca, y es que la propia artista ya lo dejó claro: “venimos con todo preparado porque esto es una fiesta de verdad”. Y vaya si lo fue.
Cuando parecía llegar el final del concierto, todas, tanto Bad Gyal como las bailarinas, salieron del escenario. El público, como de costumbre, alzaba la voz para pedir otra canción. Volvieron a aparecer para regalar un bis de tres canciones: "Internationally", "Santa María" y la más esperada de todas, "Fiebre", acompañada por una lluvia de confeti y fuertes aplausos como despedida.
Su paso por la capital le devolvió a los asistentes un pedacito de la antigua normalidad, regalándoles una fiesta memorable y demostrando, como dijo ella, que “Bad Gyal solo hay una”.
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