Tras la fiesta de bienvenida del jueves, en las que tocaron Xavier Rudd y Royal Canal, Vitoria se llenaba de nuevo de fieles amantes de las guitarras. El viernes abrirían Las Furias, a quienes no llegamos a ver. Disculpen. Un Josele Santiago en estado de gracia hizo vibrar a los asistentes más tempraneros, ¿lo dudaban? La expectación suscitada por el dúo californiano de guitarra y batería Two Gallants y su recién estrenado nuevo disco (busquen reseña en esta misma web), provocó que la carpa del Azkena se quedara pequeña para albergar la cruda descarga que protagonizaron. Un directo el suyo que epató, pero sin llegar a entusiasmar, desinflándose hacia el final de su minutaje, aunque el escuchar en directo “Seem Like Home To Me” bien valió el carrerón que nos pegamos. Aún así, fue de lo mejor que ofreció el cartel del viernes.
Poco llamó la atención la intervención del ex Kyuss Brant Bjork a su paso por Gasteiz, si bien sabemos que en una gira de salas su mensaje gana enteros. La temperatura no volvió a subir hasta que los intensos Giant Sand volvieron a emocionar al público con algunas de sus más hipnóticas composiciones. No obstante, si de rock de alto octanaje hablamos, hay que señalar la actuación del que hiciera historia con The 13th Floor Elevators. Roky Erickson firmó un concierto impecable sorbiendo del blues tanto como del rock más añejo. Sulo y sus Diamonds Dogs no reinventan nada, ni siquiera a sí mismos sobre el escenario de Mendizabala, pero ni falta que les hace; su rock borrachuzo es más que suficiente para enervar a las masas. Enorme actuación.
Tool, principales cabezas del cartel del festival, protagonizaron la gran decepción de la noche. Ni sus enormes canciones, ni el tener una de las mejores baterías de la historia, ni el histrionismo de Maynard salvaron una fórmula que cansaba a partir de la media hora de desarrollo, a fuerza de verla repetida en cada ocasión. Empezaron bien -era la cuarta vez que los veía en directo- y la cosa prometía, pero su concierto acabó deslavazado y soso. La noche tuvo como cierre las dosis de diversión en formato rockabilly que Jon Spencer repartió sin medida al frente de Heavy Trash. Luego las máquinas tomaron la carpa con Gemelos Derrick despachando rock enlatado desde la cabina.
El sábado, y bien repuestos de la noche anterior con una cura intensiva a base de pintxos, nos acercamos al recinto para ver la actuación de los muy recomendables Sexty Sexers, para encontrarnos con que el bolo ya había terminado. Mala suerte, porque lo siguiente en el cartel eran unos anacrónicos Clawfinger repitiendo tópicos del metal de hace una década sin ningún tipo de pudor. El gran descubrimiento de la jornada vendría de la actuación del trío neoyorquino Super 400. Guitarra, bajo y batería, y la impresionante voz de Kenny Hohman desarrollaron con una energía electrizante un repertorio que era un homenaje al rock más setentas. ¿Lo mejor del festival? Si no lo fueron, se quedaron cerca. En el escenario grande nos esperaba después Quique González, quien, a pesar de no acabar de encajar en cartel, hizo un buen concierto, aunque quizás las dimensiones del escenario fuesen en contra de un repertorio al que se le puede sacar mucho más jugo en locales más reducidos. The Cynics, dueños de una fórmula magistral que aúna garage, rock y una actitud demoledoramente punk se hicieron con el respetable demostrando que se lo creen, y que siguen funcionando.
A medio gas se quedó la actuación de The Mooney Suzuki, quizás por la expectación (algo deshinchada por sus recientes resultados en estudio) y los parabienes escuchados sobre su directo. Le pusieron ganas, pero quedó la sensación de que podían haber dado mucho más. Todo lo contrario sucedió, afortunadamente, en la actuación de los australianos Hoodoo Gurus, que devolvieron el nervio al festival antes de que unos MC5 que nada tienen que ver con “Kick Out The Jams”, cumplieran su contrato con Handsome Dick Manitoba salvando la papeleta. The Answer fueron realmente la respuesta de los que buscaban ver un impecable concierto de rock sucio y vigoroso, y la mejor manera de despedir un Azkena que ha pinchado este año con los nombres grandes, pero que ha ofrecido excelentes momentos con bandas como ésta.
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