Lo vemos tan poco a menudo sobre un escenario que a veces se nos olvida cómo es. La rabia, la denuncia cruda, la crítica y forcejeo con el sistema que en el pasado fue patrimonio del rock y del punk. Ahora son algunos raperos quienes denuncian incansablemente, huyendo del conformismo reinante en la música española, repleta de escenas sumisas, tibias y cobardes. La mayoría de músicos de pop, rock, etc, se han acomodado y ya no se meten en política ni en críticas sociales, excepto en muy contadas y aisladas ocasiones.
Pero ahí abajo, en el barro, hay gente como Ayax y Prok, haciendo de la denuncia canción y de la revolución arte, sin renunciar en ningún momento a su verdadera religión: el rap puro, old-school y sin cortar. Y pocos lo hacen con semejante fuerza y sustancia.
El pasado viernes los gemelos granadinos incendiaron Bilbao en un concierto sin fisuras, dejándose la piel sobre el escenario sin perder comba un segundo con sus enrevesadas rimas. Aunque pueda parecer que su asombrosa química y sintonía es cuestión de genética compartida, lo que transmite su directo es que estos tíos se toman muy en serio lo que hacen y que saben que, incluso en el fragor del directo y la casi religiosa conexión con sus fans, la víscera no es un motivo para saltarse un verso o tropezar con las sílabas. Ayax y Prok no fallan una sola rima, disparando ráfagas de frases duras, potentes y extremadamente bien ensambladas al público.
Estos dos chavales son lo más refrescante y auténtico que le ha pasado al rap en España en unos cuantos años, por muchos motivos. No solo porque sus temas no tienen desperdicio y porque en directo son una verdadera apisonadora, sino porque su personalidad es una de las más ricas del panorama, con un cancionero muy extenso en el que evitan constantemente las recurrentes alusiones a que ellos son los amos, y en el que no tienen la necesidad de incluir en cada verso un cansino “puta”. Vamos, que no son el mismo coñazo de siempre. Son de verdad y tienen cosas que decir.
Lo suyo es denuncia seria, aprendida en la calle y escupida en los micros como verdades que puedes no querer escuchar, pero tampoco puedes negar. Incluso en sus versos más ingenuos reposa una autenticidad y una sinceridad que se echa en falta en la música de nuestro país.
Porque, independientemente del género, en España se han escrito pocas letras tan brillantes y potentes en los últimos años como la de, por ejemplo, “La flauta de Hamelin”. Y por eso Ayax y Prok son mucho más que un par de raperos de barrio.
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