Para una banda que presume (con razón) de pasear uno de los mejores directos del país que su incorregible teclista Iñigo Cabeza se convierta en el centro de atención bajando y subiendo constantemente del escenario debería servir de toque de atención. Es obvio que la propuesta de Atom Rhumba se basa en la contundencia escénica (en la que, dicho sea de paso, deberían empezar a eliminar sus deudas a Jon Spencer), pero ésta no debe confundirse con una peligrosa autoindulgencia que puede echar a perder un repertorio cada vez más interesante. Con hits como “Funky Town”, “Eskimo Blues”, “New Kind Of Virus” o “I´m A Rocket” y con el buen hacer de su saxofonista no deberían dejar que nada, ni siquiera ellos mismos, les distraiga de su tarea. Abriendo el fuego, unos erráticos Tokyo Sex Destruction que salieron malparados de las siempre odiosas comparaciones. Indecisos entre el baile y el ruido, abrumaron al personal con un sonido atronador que aplanaba a todo aquel que se les acercaba. A mi juicio, la carrera de los barceloneses está en un peligroso punto muerto.
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