La no escrita ley de la selva rige que solo el más fuerte sobrevive. Lo cierto es que, tal y como ha ido enseñando la teoría de la evolución, quien lo hace es quien mejor se adapta a las circunstancias. En el concurrido mercado festivalero gallego, con más de cuarenta citas solo en el mes de julio, estos preceptos deberían ser casi un mantra para cualquier organizador y así parece serlo en el caso del Atlantic Fest.
El antiguo Festival do Norte celebró el último fin de semana de julio una nueva edición en A Illa de Arousa (Pontevedra), donde citó a miles de personas para consolidar el cambio de rumbo y expansión de horizontes musicales iniciados el año pasado. Una renovación que ha ido afectando a fechas, estilos y público con el objetivo de permanecer a flote en un mercado cada vez más inclemente.
Estas líneas maestras guiaron el festival que, en la tarde del viernes 26, abrió Confeti de Odio, alias artístico del polifacético Lucas de la Iglesia, subido en solitario al Escenario Mahou para interpretar ante un tímido público temas tan divertidos como “Hasta romper el móvil” o “Pocos likes”. Misma timidez que encontró poco después Albany desde el Escenario Jägermusic, en el que defendió dignamente canciones de corte sad girl incluidas en su última mixtape, “Alcohol & Sullivans”, como “David Civera” o “Para que no duela”, para después entregarse al reggaetón y al perreo sin tapujos.
Apenas sin descanso y con las protagonistas realizando las últimas pruebas, llegó el turno para una de las bandas del momento: Cariño. María, Paola y Alicia acometieron los temas de su primer álbum, “Movidas”, entre graves problemas de sonido que estropearon el tramo inicial de la actuación. Afortunadamente, mediado el concierto pudieron ser solucionados y convirtieron en una fiesta, con miembros de los Axolotes Mexicanos como invitados de honor, la explanada del Atlantic Fest al son de sencillos adictivos de tontipop como “Este finde no salgo” o “Canción de pop de amor”.
Entrada la noche llegó el plato fuerte del primer día de Atlantic Fest, la actuación de Cupido. La banda resultado de la unión del trap de Pimp Flaco y el rock psicodélico de Solo Astra se ganó el cielo con un bolo en el que el furor del público, mucho más joven que la media del resto del festival, hizo temblar la carpa secundaria con sus saltos. Apoyarse en el sonido de un grupo clásico le ha permitido a Flaco darle una nueva dimensión a canciones como la celebrada “Autoestima” o el himno de amor millennial “Laberinto de amor”. Sus letras constatan un salto generacional y demuestran, como en “Milhouse”, que en el sonido urbano también hay contacto con la realidad precaria y escasa de oportunidades de la juventud. El cierre con la popera “No sabes mentir” puso el broche de oro a un excelente concierto.
No obstante, para aquellos ávidos de sonidos más crudos, a continuación llegó La Zowi dispuesta a remover conciencias. “Esto es real trap”, gritó con su voz chillona distorsionada por el autotune antes de subir a un escenario en el que se hizo acompañar por dos bailarinas semidesnudas que con sus bailes sexuales horrorizaron a más de uno. Pese a ello, en las primeras filas, el público menos heterogéneo de todo el festival vibró con una actuación que no dejó títere con cabeza con temas como “Bitch mode”, “Tú o yo” o “No lo ves”.
La lluvia que azotó toda Galicia durante la noche del viernes hizo que la jornada del sábado del Atlantic Fest amaneciese con charcos y barro por doquier y con cierta escasez de público en los conciertos matinales de artistas como Betacam o La Estrella de David, aunque en ellos hubiese algún invitado de excepción, como Jota, cantante de Los Planetas.
La tempranera actuación de Nacho Vegas, fijada para las 15.15 horas, sirvió como aliciente para comenzar a llenar un festival que, en su día grande, ofrecía una cara mucho más adulta que en la jornada anterior y que disfrutó de lo lindo con el sobrio espectáculo de rock del cantautor asturiano. En el repertorio escogido para la ocasión pesaron los temas de sus últimos trabajos, de marcada carga política, como “Ideología” o “Crímenes cantados”. La explosión instrumental de “La pena o nada” fue el punto álgido de un concierto que se despidió con la voz fangosa del artista trepando por los versos de las magníficas “La gran broma final” y “Cómo hacer crac”.
El calor vivido durante la tarde del sábado apartó de la proximidad de los escenarios -convertidos en casi invernaderos por efectos de la cubierta de plástico- a buena parte del público, que buscó lugares más frescos para disfrutar con la propuesta de flamenco y rock de Soleá Morente junto a Napoléon Solo, del pop luminoso de La Bien Querida –cameo de Jota incluido- o del folk intimista de Maria Rodés, que acusó graves problemas de sonido en el mismo escenario que las Cariño.
En horas más crepusculares, Dorian lograron el segundo gran éxito de público del día gracias a su pop con vocación masiva y que, desde el inicio con “Verte amanecer”, hasta el final con el clásico encadenado de “Paraísos artificales”, “A cualquier otra parte” y “La tormenta de arena”; apoyaron con bastantes alusiones cariñosas al público. Una propuesta diametralmente opuesta a la de las jóvenes Hickeys que, pese a contar con el lastre de tener que tocar en el hueco para la cena, disfrutaron e hicieron disfrutar con su rock garajero y su actitud desenfadada.
Mención aparte merece el concierto dado por Apartamentos Acapulco, banda granadina deudora del sonido shoegaze y que, a pesar de que la atención del público en ese momento estaba centrada en lograr un buen sitio para ver a sus paisanos de Los Planetas, premiaron a todos aquellos que apostaron por ellos con una interpretación sobresaliente.
Llegó entonces el momento más esperado de la noche, la salida al escenario de Los Planetas bajo la llamada a la oración, una señal de que comenzaba la liturgia que abrió en un ambiente de penumbra “Islamabad”. “Ya no me asomo a la reja” prolongó la atmósfera mesiánica y mantuvo el tono denso de la primera fase de un concierto copada –con excepciones como “Santos que yo te pinte” o “Corrientes circulares en el tiempo”- por los temas de su último álbum: “Zona temporalmente autónoma”. Poco después de la colaboración con La Bien Querida en “Espíritu olímpico”, Los Planetas decidieron virar hacia el pop y repasar su dilatada trayectoria a través de canciones inolvidables como “Segundo premio” y “David y Claudia”, así como otras más desconocidas como “Prueba esto” o “Nuevas sensaciones”. Para el final, el sencillo más exitoso del disco que lo originó todo: “De viaje”, del ya histórico “Super 8” (1995).
Ya solo quedaban el show de Love of Lesbian para cerrar el Atlantic Fest, pero antes Joe Crepúsculo entendió que era hora de hacer bailar a los presentes. “¿Balada o bakalá?”, preguntó a sus seguidores, que, con euforia, le dejaron bien claro que tocaba quemar zapatilla. Sin embargo, el inicio de Love of Lesbian antes de tiempo hizo que su carpa se vaciase a falta de hits como “Mi fábrica de baile”.
La banda catalana conducida por Santi Balmes tenía prisa por presentar su última gira, que coincide con el décimo aniversario de un disco clave en su trayectoria: “1999”. Este álbum supuso el paso del Rubicón para un grupo que, en pleno bum de la escena indie española, saltó del pop guitarrero a un rock más sofisticado para llenar estadios. Así lo demostró una puesta en escena casi orquestal que dio empaque a temas como “Nadie por las calles”, la tropical “Belice” o la creciente “La noche eterna”. Pasadas las tres de la mañana, las demandas del público iban por otros derroteros y, sabedores de ello, los catalanes incitaron la fiesta de la mano de “I.M.T.”, “Algunas plantas” y la icónica “Club de fans de John Boy”. “Los toros en la Wii (Fantástico)” prolongó el jaleo, aunque para la despedida Love of Lesbian decidieron bajar las pulsaciones y honrara a “1999” con las emotivas “Incendios de nieve” y la ya himno generacional “Allí donde solíamos gritar”. A pesar de salir exitosos de la velada, en la que se coló Iván Ferreiro para cantar “Planeador”, cabe anotarles en el debe haber obviados dos discos tan disfrutables como “Cuentos chinos para niños de Japón” y “Maniobras de escapismo”, de los que no rescataron ninguna canción.
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