Si de algo no se le puede tildar a los conciertos de Atari Teenage Riot es de dejar indiferente al público. Y es que el concepto de este trío de procedencia berlinesa, es más que claro: uso de la música como vehículo de concienciación del poder del individuo frente al monstruo de las instituciones corruptas y las políticas mal aplicadas. La banda que lidera desde 1992 Alec Empire y que completan Nic Endo y MC Rowdy Superstar se mantienen fieles a su estilo contundente en el que colisionan estilos como el techno, el jungle, el digital hardcore y los riffs de guitarra afilada. Hace ya tres años de la publicación de su último disco, “Reset” (Digital Hardcore Recordings, 2015), aunque eso poco importa. El gran potencial de ATR está en sus conciertos, más que en su material enlatado. Todavía se encuentra en la memoria de más de uno, el incendiario concierto que ofrecieron en una de las ediciones de Sónar de principios de siglo. Aquel espectáculo que nos dejó boquiabiertos fue una muestra del increíble potencial de la banda que, sin duda, querrían tener más lejos los políticos de medio mundo.
Ciertamente no podemos hablar de una gira propiamente dicha. De hecho, el concierto de Barcelona es el sexto que han ofrecido en lo que va de año, en diferentes puntos del planeta. La sala 2 del Razzmatazz apenas superó la media entrada, pero eso no pareció importarles a Empire -por cierto, ¿ha hecho un pacto con el Diablo para mantenerse eternamente joven? - y los suyos, que salieron demoledores desde el momento en el que finalizaron la introducción instrumental del principio, una intro por cierto, muy en la onda de las bandas sonoras de las películas futuristas de ciencia ficción de finales de los noventa. El trío funcionó a la perfección desde el principio, con Nic Endo, comandando la maquinaria compuesta por laptops y Macs -con software abierto, claro- y Empire y Rowdy Superstar alternándose en la parte vocal y moviéndose de un lado a otro del escenario sin apenas paradas de avituallamiento.
La puesta en escena fue simple pero resolutiva, muy en la línea estética de la banda: poca luz, e imágenes de la primera era digital de trasfondo. El recorrido musical que planificaron se fundamentó sobretodo en sus dos últimos discos publicados hasta la fecha, “Reset” -sobretodo- y “Is this Hyperreal?” (Digital Hardcore Recordings, 2011). Poco a poco fueron desgranando algunos de sus hits más rotundos, como “Reset”, “Death Machine”, “Transducer”, “Blood in my Eyes”; así hasta llegar a “Into the Death”, uno de los momentos álgidos del concierto, con buena parte del público bailando pogo. A partir de ahí no despegaron el pie del acelerador hasta el final, que acabaron con la traca “Speed” seguida de “Revolution Action”- ¡ahí es nada! -. Tras un breve descanso, volvieron al escenario y propiciaron una traca final conformada por nada menos que “Activate!”, “We Are From the Internet” y “Your are the One”. El espectáculo fue, en definitiva, un viaje al pasado, a los primeros días del punk digital. Fue del todo loable la actitud del grupo, que se entregó, sin importarle la justa afluencia de público, pero, al igual que muchas otras bandas de la época, se han quedado con un discurso estético obsoleto y totalmente dependiente de la coartada nostálgica.
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