Teniendo en cuenta que llevan una buena temporada sin pegar sello en lo que a grabaciones se refiere, no es de extrañar que los catalanes Aina hayan aprovechado las oportunidades que les brindaron primero Queens Of The Stone Age y después -por petición expresa de los de Texas- At The Drive-In para ejercer como teloneros de lujo. Lujo porque su directo continúa rozando el sobresaliente. Sin aspavientos, solamente a base de una ejecución excelente que ha mejorado con los años y unas composiciones que, como quien no quiere la cosa, andan mutando hacia el rock. En todo caso, destaquemos como Artur, su vocalista, ha pasado de la sombra a cargar con un protagonismo que -ahora sí- comparten al máximo todos los componentes del grupo. El ejemplo de At The Drive-In es bien distinto. Porque queda claro que son Cedric y Omar quienes cargan con el peso escénico, mientras que es Jim Ward el verdadero responsable de que las cosas funcionen con una precisión que ellos mismos desprecian. La desprecian y juegan con su propia espontaneidad. Aquella noche -la segunda de la tercera gira española del grupo- apostaron más por resultar espontáneos que precisos, dejando intuir y lanzando cabos por atar (especialmente Omar), pero aún así firmaron un concierto rotundo, enérgico como pocos y tenso, muy tenso. Con la sala a rebosar, los de El Paso ofrecieron un show para nuevos fans (y subrayo fans, no aquellos que se acercaron a la sala barcelonesa únicamente con la intención de desenmascarar al supuesto hype de la temporada), con lo cual interpretaron la práctica totalidad de “Relationship Of Command” y apenas tres o cuatro piezas antiguas (hasta se permitieron homenajear a The Smiths en el tramo final de la actuación). Bixler aprovechó los primeros minutos de actuación para lanzar proclamas contra la MTV y similares, algo que –como era de esperar- generó actitudes confrontadas, al igual que esos ochenta y tantos minutos de concierto. Como los grandes. Y eso es algo que At The Drive-In pretenden evitar. Sus actuaciones son ahora tan frenéticas y tan sudorosas como al principio, ni se han vendido ni gilipolleces de esas que soltaron los puristas, solo que quizás el quinteto no quiera exprimir al máximo sus minutos de gloria (acaban de anular gran parte de su gira europea argumentando cansancio, ya saben). Además, con un directo como el suyo (lo acepto, aquella noche menos inspirado que de costumbre, pero poco más) podrán estar con nosotros durante una buena temporada. Quizás vuelvan al punto de partida y sus conciertos vuelvan únicamente a congregar a los habituales del ¿género?, pero por lo menos a ellos no se les caerán los anillos. Porque, por encima de todo, At The Drive-In son una banda totalmente honesta. Y de esas cada día quedan menos.
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