Puede sonar a la típica fanfarronada de la ciudad vecina, pero seguramente habrá pocos entornos tan estéticos en el mundo como el del Kutxa Kultur Festibala de San Sebastián. El centenario parque de atracciones -una joya vintage tan decadente como entrañable convertida en icono para distintas generaciones de donostiarras y en la que a la montaña rusa la llaman suiza- está ubicado en la cima del monte Igeldo desde donde se divisa el socorrido, pero no por ello menos maravilloso marco incomparable. Los músicos se suelen alojar en el hotel del parque y si el tiempo acompaña se bañan en la piscina del hotel. No es extraño que ante semejante éxtasis para los sentidos, tipos como el holandés Jacco Gardner exterioricen sus sentimientos. No todos los días uno toca rodeado de autos de choque y barracas de feria y la bahía de la Concha a sus pies.
Suyo fue uno de los conciertos más finos del fin de semana, con un sonido anclado en la psicodelia y el pop barroco de finales de los años 60. No congregó a demasiado público, pero tal vez con excepción de soberbio directo de Los Planetas, las actuaciones más recogidas fueron las grandes triunfadoras. Así, el trío rockero Natural Child, en las filas de Burger Records, nos recordaron que los Rolling Stones de finales de los 60 y principios de los 70 también pueden sonar frescos. Kokoshca ofreció sendos pases para unas sesenta personas en un escenario llamado Teatro Abandonado y los poquitos que tuvieron la suerte de entrar hablan maravillas.
Otros como los murcianos Perro o el navarro y muy cachondo Iñigo Cabezafuego se subieron al capó de una extraña furgoneta cortesía de Red Bull y también salieron muy bien parados. Aunque la mayoría de los asistentes, unos 9.000 según la organización entre el viernes y el sábado, habían subido a Igeldo a ver los grandes reclamos del festival. En la primera jornada la cosa estuvo más floja: Lori Meyers dieron un buen concierto plagado de todos sus éxitos pero se les vio un pelín encorsetados, como si hubieran apretado el botón del piloto automático. Toy lo tienen todo para triunfar (son jóvenes, buenos músicos y la pátina de shoegaze/psicodelia les queda muy resultona), pero sonaron monótonos y cuando tuvieron en sus manos levantar el vuelo con “Lose My Way” nadie la reconoció.
El grueso de guiris que se desplazó el viernes lo hizo movido por el one-hit-wonder “Let´s dance to Joy Division” de The Wombats. A estos chicos les viene muy grande ser cabezas de cartel y cuando termina su batiburrillo pop-rock las canciones desaparecen automáticamente de tu cerebro. Insustancialidad británica.
El sábado, en cambio, en el escenario principal hubo mucha más miga. The Pains of Being Pure at Heart pueden dar una clase maestra de lo que es la música indie. Han mejorado mucho los coros, a veces suenan a The Cure (“Until The Sun Explodes”) y la mayoría de las veces es una mezcla light entre The Smiths y The Jesus and Mary Chain. Bendita mezcla. El Premio del Público se lo llevaron Reptile Youth, que se dan un baño de masas allá adónde van y, a lo lejos, el bajo de los pamplonicas El Columpio Asesino sonaba como un tiro.
Pero sin duda, esta crónica no puede dejar de reivindicar el legado de Los Planetas. El presente pseudoflamenco, acotado en la tanda inicial (tremenda “Ya no me asomo a la reja”), dio paso a un concierto vigoroso de indie-rock que sonó estupendamente y sacó a relucir lo mejor de J, Florent y Eric. Al parecer, los miembros de la banda granadina andaban enfurruñados entre sí, pero les salió un gran bolo que sólo incluyó un tema del “Super 8” (“De Viaje”) ahora que se cumple el 20 aniversario del álbum. Hasta jugando a los despistes Los Planetas siguen siendo los amos.
Aupa! Mi descubrimiento: PERRO. Potencia y frescura, lo mejor del Kutxa musicalmente porque Igeldo es mucho Igeldo
Hey!!!!. En el escenario principal también tocaron grises y Gose y lo sabes!!!!