Ocurrió en un segundo, y casi pasó desapercibido. En un extraño momento de silencio durante el concierto, alguien desde la olla gritó ‘¡Viva Murcia!’, algo impensable hace unos meses, cuando Arde Bogotá ni tan siquiera habían pisado Salamanca. Y es que la progresión que la banda ha experimentado en los últimos tiempos y desde la salida del esperado segundo álbum de su carrera, el aclamado “Cowboys de la A3” (Sony, 23), ha sido muy grande y tal vez no esté de más decir que se lo han merecido. La espectacular entrada que consiguieron reunir un domingo, con la expectación por las nubes en los días previos, sirve para refrendarlo.
En junio del año pasado, cuando el grupo llegaba para tocar por primera vez, el que suscribe en su crónica hablaba de la solvencia máxima que la banda esgrimía en directo, de la que no se debe olvidar que solo llevan cuatro años de actividad. J. Mercader y Pepe Esteban en la base rítmica, las guitarras de Dani Sánchez y el apoyo para el directo en esta gira de Pedro Quesada tampoco puede obviarse. Los paralelismos de Antonio García y su voz al que parecemos empeñados en que sea Alex Turner o Bunbury, parecen un poco forzados y, a mi modesto entender, sobran.
Colocados en el cartel como acto de apertura, Nunatak pelearon contra el papelón sin desanimarse. Los de Murcia son ya unos veteranos, suman cinco discos y más de diez años en el abarrotado panorama del indie patrio. Además, el álbum que traían bajo el brazo con Paco Loco en la producción (“Nunatak y la Isla Invisible”, Auto, 23) probablemente forme parte de lo mejor de su cosecha. Nadie podría discutir lo correcto de su propuesta y la épica de sus canciones (fue espectacular poder ver “Acepto el Reto”, “Mi gran Virtud” o las inmensas “Disonancia” y “Aún respira”) sobre el escenario, pero hubo poca conexión con un público que casi hasta la última parte no pareció salir de la anestesia. Y, aunque la fiesta no era suya, merecieron mejor suerte y una mayor atención. .
Por supuesto que todo eso cambió cuando los protagonistas de la noche salieron. Arde Bogotá vertebraron todo el pase alrededor de “Cowboys de la A3”, desde que abrieron con la crudeza de “Los Perros”, sonaron contundentes y engrasados, y nos ayudan a situarnos en ese universo particular que han creado para los videos de este álbum (los trabajos en la dirección de Oscar Noriega y los actores Adriana Jácome y David Dalí con los escenarios de Cartagena) y que obligó a no apartar la vista de lo que estaba pasando en el escenario.
Los nuevos temas ya están plenamente integrados en la imaginería del público, y fue muy impactante ver como los coreaban: la preciosa ejecución de la homónima, “Veneno”, “Escorpio y Sagitario”, la épica de “Copilotos” o un excelente “Besos y Animales” mientras sofocaban algunos problemas puntuales en la guitarra de Sánchez, clavaban “Que vida tan Dura” y cambiaban de ejecución (ah, los trucos del negocio) “Millennial”.
Con “La Salvación” hacían que la plaza se viniera abajo cantando, y la voz tan particular de García denota la personalidad del grupo, mientras la última parte del pase constata que su tiempo en escena seguramente sea lo mejor que ha pasado por allí en esos días. Fue precioso ver “Exoplaneta” seguida de “Antiaéreo” y la estratosférica revisión de “Cariño”. No habíamos parado de emocionarnos cuando volvimos a bailar. ¡Viva Murcia! Sin duda.
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