Andrés, Andrés!
ConciertosAndrés Calamaro

Andrés, Andrés!

8 / 10
Eduardo Tébar — 18-09-2023
Fecha — 14 septiembre, 2023
Sala — Teatro del Generalife / Granada
Fotografía — 1001 Músicas

El concierto de Andrés Calamaro en el Teatro del Generalife, dentro del ciclo 1001 Músicas CaixaBank, pintaba mal. Los truenos y la lluvia a la hora del inicio hacían presagiar el mismo jarro de agua fría que con Elvis Costello en el mismo lugar dos semanas atrás. Pero el temporal dio una tregua y, en cuestión de quince minutos, el argentino y su tropa salieron al escenario. Vestido de negro y con gafas ahumadas, Andrelo se situó al mando de su teclado en un costado. Saludó con frialdad y arrancó por la vía de un rock robusto, Output input, que no terminaba de calentar a la humedecida concurrencia.

El bonaerense recordaba su primera actuación en esta ciudad, hace más de tres décadas. Precisamente con A los ojos, de Los Rodríguez, la cosa se fue caldeando. “Tengo una conciencia pura de lo que es Granada: cultura y música del siglo XX”, dijo. Ahí afloraron los cánticos de “¡Andrés, Andrés!”, antes de un trepidante popurrí con La parte de adelante, Loco y Corte de huracán.

La banda salió afilada con corsé rockero, con un sobresaliente Julián Kanevsky a la guitarra. La faceta latina    lució cuando invitó sobre las tablas al guitarrista flamenco Niño Josele. Estadio azteca, Los aviones y Para no olvidar sonaron grandiosas. El cantante enamoró con su voz, que sigue repleta de grietas y de baches, y que derrapó de lo lindo a través del poso melancólico y los mimbres ajados del repertorio.

Calamaro se negó a acelerar las canciones para sobrevivir al amago de tormenta. Es más: acabó esparciendo su esponjosa locuacidad y la canallesca ironía. El bohemio y cantor conquistó a un auditorio repleto que, a diferencia de otras veces, debió aplaudir la entrega. Tras experiencias como la impuntualidad brutal por asistir a los toros en 2008 (cierto es que lo enmendó en 2011 con un recital memorable en la antigua Industrial Copera), este Calamaro de 62 años dedicó My mafia al tenista Carlos Alcaraz, recuperó la olvidada All you need is pop (de sus días de incontinencia creativa), sacó a colación con machaconería las censuras de estos tiempos y bromeó (no sin cierto tufo a rancio) con el tema Rubiales: “En mi vida hice algo tan asqueroso como darle un piquito a un varón”.

También confesó (¡vaya!) que detesta hablar entre canciones, dado que los cronistas tienden a rellenar las páginas recogiendo sus ocurrencias en lugar de comentar la música. Pero en Granada insistió, y mucho, en evocar la figura de Enrique Morente. Afirmó que el cantaor grabó “el mejor disco de punk que se ha hecho en este país”, y rememoró alguna que otra vivencia compartida con Javier Limón y Jerry González.

El tramo final, ya sin temor al gran diluvio, resultó imbatible. Maradona y Tuyo siempre, dando paso a otro batiburrillo con Mi enfermedad, Te quiero o Dulce condena. Y de ahí al invento impagable de la rumba rioplatense y rockera de Sin documentos. Al pedestal cancionista de Flaca, Paloma y Crímenes perfectos. Y a un colofón canchero con Los chicos. Fue Andrés en estado puro. El de los monólogos que avanzan haciendo eses y el de la incontinencia verbal. Y, reconozcámoslo, un héroe ante la adversidad.

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