Mucho y muy bien, casi todo el tiempo
ConciertosAmaia

Mucho y muy bien, casi todo el tiempo

7 / 10
Yeray S. Iborra — 21-12-2019
Empresa — Festival del Mil·lenni
Fecha — 20 diciembre, 2019
Sala — Gran Teatre del Liceo
Fotografía — Hara Amorós

Quién no ha intentado impresionar a los suegros. Estreno navideño con ellos, y se aparca el chándal en el armario, se perfila la barba, se recoloca la camisa dentro de los pantalones. De buenas a primeras, se lanzan méritos académicos y aficiones nobles. Lo que haga falta. Terrible. Las primeras veces son siempre una manzana envenenada: uno da mucho, e igual se cantea con la muestra de aptitudes.

No eran sus suegros, pero sí unos cuantos cientos de personas (sold out), y un escenario imponente: el Gran Teatre del Liceu. Primera vez para Amaia Romero allí, y para la mayoría de los asistentes; nunca deben haber brillado tanto y tanto rato las pantallas de móvil en este ilustre teatro de la ópera.

La artista pamplonica lo explicaba tal que así. “Es uno de los conciertos más importantes de la gira, y de mi vida”. Tal vez por esa circunstancia, decidió no dejar nada en el tintero. Se probó con y sin banda, al piano y a la guitarra. Y brincó. Pero comprar todos los billetes de la lotería no te hace millonario.

El arranque vivió de la esencia twee pop de su debut, “Pero no pasa nada” (19). Banda calibrada al milímetro, con ilustres como Núria Graham, fondo floral y estribillos apoyados en la percusión. Pop, pop. Solo la vestimenta, los cuatro músicos lucían un mono de trabajo y ella un vestido negro, denotaba que el concierto era de Amaia y no de una banda del Donosti Sound. Por complicidad, podrían haber pasado por combo. La energía desbordó el Gran Teatre.

Pero entonces salió un piano de cola y la entrega se transformó en una gala de fin de curso. Amaia incluso interpretó “El Puerto” de Isaac Albéniz, pieza con la que dijo que pasó este mismo año el examen del grado de piano.

Tras el valle, la joven siguió con las variedades. Hubo un estreno, un tema sin título apodado “La nueva”, y que difícilmente hubiese encajado en su debut, y también versiones: “Qué nos va a pasar” de La Buena Vida, muy emocionante y mejor interpretada vocalmente de lo que podría soñar la banda donostiarra, e incluso el “Vas a volverme loca” de Natalia. La voz de Amaia no titubeó en ningún tramo del espectáculo y se mantuvo elástica. Y más extrema que en su primer disco, donde gastó contención.

Tras dos nuevos bises, peculiares (“Aurtxoa Seaskan” y “Desde que tú te has ido”), la guinda del bolo fue “Nuevo verano”, a capella con la banda.

Amaia hizo, en hora y media de concierto, mucho, y muy bien. Casi todo el tiempo captó la atención. Su honestidad, incluso en exceso, queriendo mostrar demasiadas cosas en tan poco tiempo, es magnética. Embelesó hasta a Ada Colau.

Mérito tiene que alguien que se ha probado en el Palau Sant Jordi, ante 18.000 personas, también se excite ante una audiencia mucho menor. “Tocar aquí en el Liceu es increíble”. Ella sabe que emular –a fin de cuentas ha editado con una multi– una carrera indie, cuesta más: Amaia ha llevado su vida por derroteros muy diferentes a los de sus ex compañeros.

“Pero no pasa nada” no es lo que nadie esperaba. Y tampoco lo es un concierto varieté, donde inicio y cierre de combo de guitarras brillan, pero el tramo central castiga al conjunto. En verano volverá a Barcelona, a Pedralbes, gira de alta alcurnia. “Lo haremos mucho mejor”. Al menos ya conocerá a los suegros. Y podrá ponerse el chándal sin miedo a los juicios. O, en su caso, aparcar algo más el piano de cola en pro de un espectáculo donde luzcan sus canciones.

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