El directo de Akron/Family de ayer por la noche fue una de las cosas más desconcertantes que he visto nunca. Me será difícil digerir y ordenar todos los estímulos que generaron. Si alguien les tenía por un grupo de folk extraño (así suenan, más o menos, sus discos) se llevaría un susto de muerte. La cosa fue parecida a esto que sigue. Minuto uno de concierto. El cantante Seth Olisnky interpreta una canción de folk pastoral con los restantes miembros de la banda a su lado, ejerciendo de coro gospel. Minuto tres. Un ruido extremado inunda la sala, las guitarras se retuercen, el bajista sube y baja por el mástil y el batería, Dana Janssen, empieza a entrar en trance. Minuto 7. El grupo se sumerge en una espiral de rock progresivo-noisecore-experimental adornado con melodías, cantadas a coro, que iban de una canción de iglesia a un canturreo de taberna irlandesa. Las menciones a su último disco, “Meek Warrior”, son prácticamente inexistentes. Minuto setenta y cinco. Los americanos hacen subir al escenario a unas quince personas a las que entregan diversos instrumentos de percusión. Juntos interpretan una espléndida “Blessing Force”. Minuto ochenta. Ritmos tribales y pseudobailables que nos los presentan como unos The Ex convertidos al metodismo. Minuto noventa. Rap beatboxing con coreografías y estribillo absurdo (“Circle, Triangle, Square”). Lo mejor de Akron/Family –esta vez volvió a demostrarse- es que son un grupo libertino, juguetón, abierto a todas las tradiciones musicales, sin poses ni falso sentido de la vanguardia. Unos paletos sin complejos, unas bestias con estilo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.