Quince años tardó el trio malagueño en volver a Bilbao, y la ciudad les recibió con lluvia y una sala llena que, bajo los acordes de “Wouldn't It Be Nice”, apenas dejaba sitio a los balones de playa. Airbag llevan ese tiempo subidos a la ola perfecta, aquella que rompe entre la melodía inocente y la energía fotovoltaica del sol, siempre poderoso bajo el cielo de Estepona. Desde “Alto Disco” (Wild Punk, 2008) saltan en la delgada línea del pop cristalino y atraen al punk que se les acercó en sus inicios, cuando se hermanaban con los fetiches que incubaron Shock Treathment y los de su generación, o propuestas más actuales, como F.A.N.T.A; acercan al fan, decimos, hacia las aulas del perpetuo instituto, hacia el fast food, los cómics, los posters, el video club y los veranos como estado mental.
Tres lustros de espera, en efecto, y el concierto se pasó en un suspiro, concatenando non –stop piezas de su ya extensa discografía. Desde la inicial “Gotham”, que a través de ese riff in crescendo nos sugiere que todo va ir a (mucho) mejor, hasta “La Bomba de Neutrones”, “Ladrones de Cuerpos”, “Hijos de Hawai”, “Matar a Bill”… “Spolier”, “De Un Verano a Otro”, “Ahí Viene la Decepción”, “22” (o ese canto al amor universitario suspendido, donde la nostalgia y el ideal perdido se alzan como el sol a media tarde), “El Resplandor”, “La Cueva”… una sucesión de hits con los que reivindicar la eterna juventud del rockero de los treintaybastantes con el que conectan mediante sus iconos pop. Dos horas después seguían cayendo gotas ahí fuera, pero cogimos los flotadores y nos fuimos al verano de 1992. Y ahí seguimos.
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