El poder del fuego
ConciertosThe Afghan Whigs

El poder del fuego

9 / 10
JC Peña — 24-10-2022
Empresa — Nodriza Producciones
Fecha — 22 octubre, 2022
Sala — Teatro Barceló, Madrid
Fotografía — Santiago García Arroyo

No se había alcanzado el ecuador de la soberbia actuación de los norteamericanos The Afghan Whigs cuando Greg Dulli preguntó, con tono entre curioso y perplejo, cuándo había sido la última vez que habían tocado en Madrid. Algunas voces le ayudaron desde el nutrido público -detalle muy meritorio teniendo en cuenta la acumulación de conciertos en la ciudad- reunido para tan alta ocasión. ¿1993? “Entonces igual os suena esto”. Acto seguido, el grupo ataca con el cuchillo entre los dientes “Gentlemen”, soberbia síntesis de rock alternativo arisco e intensidad clásica de un disco mayúsculo que tuvo protagonismo destacado en la velada. Había que ponerse al día.

Las dudas surgían porque tanto The Gutter Twins como The Twilight Singers, sus proyectos hermanos, sí han pasado en todos estos años por los escenarios locales. Y cuesta creer que los caprichos del destino nos hayan privado desde los primeros noventa hasta hoy, 2022, de disfrutar en su entorno natural, el directo, de algunas de las mejores canciones de rock (con todos los matices que se quieran) que se han hecho en estas últimas tres décadas. Canciones sobre el amor y su inevitable reverso, sobre la pasión y el deseo abrasador en todos sus grados, que no ahorran oscuridad: sentimientos eternos que siguen estando en el corazón de su reciente y espléndido How Do You Burn?.

Precedido por el apasionado y sereno clasicismo de Ed Harcourt y el rock sudoroso de The Rolling Stones (en los altavoces, lógicamente) el quinteto liderado por Dulli irrumpió con el bajo de “Jyja” y la firme intención de resarcirse de tan prolongada ausencia. Lo consiguió con creces, dotando a su formidable repertorio de la sangre, sudor y lágrimas que requiere: no podía ser de otra manera. Tomándose incluso el lujo de prescindir de alguna joya, en beneficio del ritmo de una secuencia que no sufrió ni un desmayo, para goce de un público cómplice, cuyo respeto reverencial sorprendió al propio compositor: “En parte me gusta, y en parte no tanto. Es sábado por la noche”.

El de Ohio da constantes indicaciones a su técnico de monitores, y manda sobre el escenario a la antigua usanza. En todos estos años, y según reconoce gracias a la influencia de su amigo, el tristemente fallecido Mark Lanegan, se ha convertido en un cantante magnífico: incapaz de reservarse nada -como siempre-, pero con pleno control de la afinación y la intensidad; su voz es el alma de los memorables estribillos de unas canciones que nos llevan del rock pantanoso (“Matamoros”) a la tensión eléctrica (“Fountain and Fairfax”, precedida por “Who Do You Love?” de Bo Diddley), el soul funk descarnado y desatado (“John The Baptist”) o la intensidad abrumadora de “My Enemy”, todo hecho con una clase al alcance de los elegidos. Puede que la acústica cavernosa de la sala madrileña no sea precisamente fácil (lo sabemos bien), pero una banda así está muy por encima de semejante minucia. Recurren sobre todo a sus dos últimos y consumados trabajos, encadenando maravillas como “Oriole”, “Demon In Profile” o “Please, Baby, Please”, que clavan en toda su gloria.

Dulli, junto al magnífico bajista y camarada en mil batallas John Curley y el resto de la banda (que incluye a su técnico y estupendo guitarrista de Blind Melon Christopher Thorn), transmiten pasión por la música, que es como decir por la vida; hay un conato de reinterpretación de “Angie” por parte del líder. Y para terminar hacen un maravilloso homenaje a The Smiths integrando la letra de la inmortal “There Is A Light That Never Goes Out” -máxima expresión del romanticismo en el pop- en la crepuscular “Into The Floor”, una despedida sin bis que no le sonó a desplante al público madrileño, siempre tan quisquilloso con estos gestos. No se le puede pedir nada a quien lo ha dado todo.

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