La fiesta de Lori Meyers
ConciertosAdn Festival

La fiesta de Lori Meyers

8 / 10
Raúl Julián — 21-06-2022
Empresa — Z! Live
Fecha — 18 junio, 2022
Sala — Auditorio Ruta de la Plata
Fotografía — Francisco Alain

El zamorano Auditorio de la Plata acogía la segunda edición del ADN Festival, la primera sin aquellas incómodas restricciones motivadas por la pandemia. Los organizadores diseñaron un cartel plural que, si bien incluía solo un total de ocho nombres repartidos a lo largo de dos jornadas, abarcaba un buen número de estilos y preferencias por parte de los seleccionados. La veterana banda local Mendel fue la encargada de inaugurar el evento, presumiendo de gran sonido mientras apuraban su pop-rock vertical y de corte clásico. El cuarteto tiro de veteranía para completar una actuación sólida, a pesar del calor sofocante que a las seis de la tarde del viernes caía a plomo sobre el emplazamiento. Niña Coyote Eta Chico Tornado cogieron el relevo de los zamoranos, disfrutando ya de un público algo más numeroso y que, en forma de lento goteo, iba tomando el recinto. Los vascos regresaban así a la ciudad tras aquella actuación de 2016 en La Cueva del Jazz que tan buen regusto dejó en su momento. La presencia de Koldo Soret (guitarra y voz) y Úrsula Strong (batería) volvió a resultar de lo más convincente, tanto que se impuso como la mejor de la velada, en un título justificado por ese rock áspero y visceral deudor de la escena Detroit y grupos seminales como MC5 y The Stooges (con versión del “I Wanna Be Your Dog” incluida).

Nunatak cambiaron radicalmente de tercio y desplegaron su indie-pop de clara cadencia folk al más puro estilo de Mumford & Sons. Un concierto apto para todos los públicos y tan correcto en ejecución (especial mención para la bonita voz de Adrián Gutiérrez) como en realidad carente de nervio y tirando a inofensivo. En cualquier caso, los cartagineses consiguieron animar el ambiente mientras caía la noche y se pasaba a modo fiesta gracias a temas como “Aún respira” o su reciente single “Verte tan bien”.

La responsabilidad de ejercer como cabeza de cartel recaía en los vizcaínos Shinova, banda de creciente popularidad en base a unos parámetros de sobra conocidos y explotados dentro de los últimos años en la escena. Apurando el tirón de ‘La buena suerte (Warner, 21), su último disco hasta la fecha, el quinteto apunta a la fórmula del éxito popularizada por Izal, Miss Cafeina y compañía, en un pop algo preconcebido y de pose espoleada. Una decisión poco sorpresiva, pero que a día de hoy parece seguir funcionando sobre el escenario de cualquier festival tras concretarse en repartir protagonismo entre puesta en escena definitivamente efectista y temas del tipo de “Ídolos (Los mejores momentos están por llegar)”, “Qué casualidad” o “Te debo una canción”.

coyote tornado adn

Niña Coyote eta Chico Tornado - Foto Raúl Julián

Las salmantinas Estrogenuinas llegaron desde la provincia colindante para soltar su ramalazo de punk melódico y, si bien se encontraron con idéntico problema que Mendel el día anterior –ese concretado en el escaso público presente en el recinto a temprana hora–, cumplieron expediente con actitud.

Si el día anterior la consistencia la habían puesto Niña Coyote Eta Chico Tornado, el sábado fueron Toundra los encargados de mostrarse expeditivos y firmar el concierto más incuestionable y eléctrico de todo el festival. Los alumnos aventajados de Mogwai hicieron temblar el escenario con su post-rock instrumental impecablemente ejecutado y, ni siquiera el aire ni los constantes problemas de uno de sus guitarristas con el instrumento, evitaron que los madrileños dibujasen esos impagables paisajes sonoros cargados de cambios de ritmo e intensidad.

Por su parte, La La Love You voltearon radicalmente el perfil de asunto y se fueron al rincón opuesto para blandir una nueva lectura de aquello que en los noventa de denominó ‘tonti-pop’, y que ahora parece vivir un revival en toda regla con formaciones como El Buen Hijo o los propios La La Love You. El combo rejuvenece el espíritu naif de nombres como Los Fresones Rebeldes o La Casa Azul, todo ello sin pudor y sin que parezca obsesionarles que su propia ejecución tenga amplio margen de mejora por delante. Poco importa si de lo que se trata es de que conseguir que la gente baile sin prejuicios, ya sea con algún tema propio como “Palomitas para dos” y “La canción del verano”, o con la ‘coreable’ versión del “Tenía tanto que darte” de Nena Daconte.

Pero este ADN no era sino la indisimulada fiesta de Lori Meyers, en una ocasión de marcar territorio que el grupo iba a aprovechar. Los granadinos ofertaron justo lo que la cita demandaba, regalando un set ininterrumpido de éxitos, de esos para cantar a voz en grito celebrando el estado etílico inherente al momento. Desde “Luces de neón” a “Alta fidelidad” pasando por “Emborracharme”, “Mi realidad” o “¿Aha han vuelto?”, desarrollados todos ellos sin descuidar la interpretación y con la actitud desenfrenada de Noni como frontman captando todos los focos. En cualquiera de sus posibles lecturas, el paso de Lori Meyers por la ciudad del Duero solo cabe entenderse como triunfal: el de las canciones pegadizas bien hechas; y también el del hedonismo con sentido que no descuida la propia esencia. A los andaluces solo cabe reprocharles que obviasen aquella maravillosa primera época de su carrera, la misma que dejó un par de discos magníficos ahora olvidados. Finalizaba así el ADN Festival, un evento con propuestas para (casi) todos los gustos y que, aunque hubiese admitido más público, dejó a su paso vibraciones positivas.

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