Adanowsky, una noche en el circo

Que haga frío en invierno es previsible. Lo mismo que ver a Adanowsky triunfar entre sus incondicionales. Nada nuevo bajo el sol, aunque siempre es de agradecer ver a un artista que se sale de lo convencional. Entre freak, cantautor o narrador de batallas en forma de breves historias no exentas de surrealismo entre tema y tema. Como – Adanowsky dixit –cuando visitó a Devendra Banhart en su casa y, curioseando entre sus libros de mística, se topó con el envoltorio de un condón reciclado en forma de marca-páginas. Muy ecológico, sí, pero muy freak también. Esta anécdota propició una conexión entre ambos artistas que acabó, minutos después, codo con codo componiendo un tema. “You are the one” sería el tema escogido para cerrar la noche por todo lo alto
Pero no nos precipitemos. El show de Adanowsky viene a ser como un manual del cabaret del rock, donde aparecen todos los clichés que espera uno encontrarse en el género. Pantalones pitillo, bailes a lo James Brown, gritos agudos, guitarras bailonas, comunión con el público y un montón de historias surrealistas que acrecientan la leyenda del artista. “Amador” ya es un disco con mucha vida así que la única primicia que tocó fue “Sexual”, tema que estrenaban esta noche con un sonido muy a Rolling Stones setenteros mezclados con el descaro disco de los Scissor Sisters. Tras él, con pequeño parón incluido, volvió solo con la guitarra a hacer el primer bis de manera accidentada, equivocándose, parando y retomando el tema. “Esto es lo que hacen los malos actores para llamar la atención”, dijo, algo que no le hace falta ya que se llevó a su público de calle desde el primer acorde de la noche. Y aun así “Etoile” brilla. Antes tomaron posiciones temas como “Me siento solo”, “Rock me”, “Lo que siempre fui”, “Amor sin fin” o “”Saber amar”, estos dos fruto de sus colaboraciones con Jodorowsky. Auque lo mejor de la noche siempre es ese equilibrio peligroso a tres bandas, rock, música y un anecdotario propio del club de la comedia. Así que como dijo él mismo, “para que emborracharme si cambio de personalidad cada día”. Lo dicho: genio y figura.