Active Child, sentido y sensibilidad

No va a ser ni la primera ni la última vez que me escuchen decir que el mundo de las modas es injusto. Sí, ya saben, primero todo eso de las etiquetas, algo a lo que no le doy tanta importancia (funcionan las más de las veces para dar visibilidad a bandas que surgen en un momento concreto, con influencias más o menos cercanas); segundo, la mayor atención que obtienen artistas que –lo tengo claro- no tienen por qué ser los mejores del pelotón. El caso más claro a mis ojos -tan prejuiciosos y tan subjetivos como los de cualquier otro- es el de Washed Out o Toro y Moi frente a Active Child o Chad Valley. Los segundos han quedado relegados injustamente a un papel de satélites, mientras sus propuestas –lo han demostrado en concierto- tienen mucha más magia que las de sus bastante más laureados compañeros de generación. Por eso, coincidan ustedes o no con mi punto de vista, el directo pone a todo el mundo en su lugar. Y eso es precisamente lo que ha hecho la gira fugaz del californiano Pat Grossi y su banda (batería y bajista) por nuestro país: subrayar que Active Child es una de las aventuras más sólidas que surgieron de aquello que dimos en llamar chill wave y, a la vez, demostrarnos con pruebas tangibles que lo suyo es otra cosa. En concierto, Active Child suenan fantásticos, de una sutileza y una sensibilidad apabullantes, milimetrados con su fondo electrónico y al mismo tiempo reales, con la voz de castrati de Grossi y sus efectos como principal protagonista, expresiva y casi religiosa, y un arpa que aporta algo muy distinto a lo que podríamos imaginar previamente. Es cierto que una registro vocal tan particular y el uso de un arpa podrían limitar lo que son Active Child, y no es así. Lo dejan claro “Hanging On”, “I’m In Your Church At Nite” o muchas otras. En todo caso, esta reivindicativa crónica busca una cosa, que todos aquellos de ustedes que elogian a Washed Out o Toro y Moi, por poner los dos ejemplos más visibles y más populares, y no estuvieron anoche viendo a Grossi y sus amigos definitivamente metieron la pata. Si, por contra, estuvieron allí o la noche anterior en Madrid, estoy totalmente seguro de que compartirán mi punto de vista. Miren qué les digo, no me cabe la menor duda.