En el Planeta Tierra solo existen dos tipos de conciertos: los que te decepcionan o te dejan igual (que a veces viene a ser lo mismo) que antes de haber cruzado la puerta de entrada, o los que mejoran ya para siempre la concepción que tenías a priori de un grupo o artista. Esos son los imprescindibles y a esos pertenecen, sin ninguna duda, el concierto de Band of Skulls en Madrid. Porque a los de Southampton tal vez un estudio le venga grande, pero un escenario grande se le queda pequeño para lo que llevan dentro y para lo que sacan fuera. Lo llenaron con solo 3 músicos y 3 instrumentos, con 2 voces y un grito, con un vendaval de rock&roll de corte clásico pero hechuras moderna, con actitud, aptitud, gratitud…Con Juventud.
Pero antes ya certificamos que la noche estaba de nuestro lado y que se presentaba con ganas de mover las caderas y el corazón. Los madrileños ZATS (Zeno and the Stoics) fueron los primeros en encender la mecha ante un público que comenzaba a tomar posiciones rockeras en La Riviera. Unos habituales de nuestra escena demostraron que cada vez tocan mejor y que su repertorio sabe nutrirse de múltiples referencias ajenas para hacer algo propio. Clásicos como “Rats on the fridge” o “Elixir” y sorpresas como el mix Beatles-Pixies hicieron las delicias de un público que esperaba ansioso la llegada del grupo principal.
No decepcionaron. Se crecieron. Maduraron. Nos envejecieron. Desde el primer momento, con formación clásica, separados físicamente, unidos por la melodía, empezaron a mostrar lo que iban a ser los siguientes minutos de nuestra vida con la primera frase a capella de “Light of ther morning”, que sirvió tanto de bienvenida como de aviso de los que se nos venía encima. El sonido, espectacular para ser en un lugar en el que no siempre es así, nos envolvió y nos llevó de la mano por el "Himalayan" de su último disco como si se tratase de un sherpa que también te cuenta batallitas antiguas de las anteriores cimas: (brutal la magnética “Sweet Sour”, adictiva la vibrante “I know what I am”). Así fueron desgranando un repertorio cada vez más musculoso, que gana cuanto más se aleja de The Black Keys y se acerca a AC/DC, Led Zepellin o Black Sabbath, y que nos dejo momentos de éxtasis colectivo con canciones nuevas como “Asleep at the Wheel”, “Brothers and sisters” o, ya en los bises, “Hoochie Coochie”, que parecían de toda la vida.
Viajando al futuro: ¡27 de febrero! 🙂
los teloneros, el peor grupo que he visto en mi vida. y he visto unos cuantos. no sé cómo tenéis los bemoles de hablar bien de ellos, supongo que habrá algo por medio... malos hasta decir basta