El Festival Internacional de Benicàssim celebró su esperado 25 aniversario en su edición más inusual. La evidente menor afluencia de público, tanto nacional como extranjero, así como el inesperado cartel que no cubrió las expectativas de los fieles a este festival en sus ansiadas bodas de plata ha dejado un marco difícil de asimilar.
El periodo de transición del FIB es un hecho desde el anuncio del posible paso de testigo de la dirección del festival de Melvin Benn a la empresa The Music Republic encargada del Arenal Sound, Festival de les Arts, Viñarock... Nuevos horizontes se abren para uno de los festivales con más tradición en el circuito nacional.
Jueves
La primera jornada de festival daba el pistoletazo de salida desde el escenario Carrefour con la descarada banda de indie rock Novio Caballo. Recién presentado su primer disco, de título homónimo, la agrupación castellonense (marca de la casa) descargó actitud y ritmos salvajes con temas tan pegadizos como el que les ha hecho subir como la espuma, ‘Jesús es Negro’ o la frenética ‘Mi Arte’. Una apuesta segura y contundente. Y si de contundencia iba la cosa, Fontaines DC aprobaron con nota con una propuesta precisa e incisiva de post punk. El quinteto de Dublín ya
estaba dando de qué hablar en Irlanda desde el petardazo de su disco de debut "Dogrel" (2019), un puñado certero de temas que corear a pleno pulmón, pero que además en directo no cabe duda que ganan, Grian Chatten y los suyos reafirman también aquí su carácter y puro magnetismo. De ‘Too Real’ pasando por ‘Sha Sha Sha’ y alcanzando ‘Boys In The Better Land’ temazos declarados carne de cañón para los amantes de los pogos.
Con Marina, el escenario Carrefour ya contó con una mayor asistencia para una primera jornada bastante reducida en cuanto a público. La cantante galesa hizo su aparición con una energía arrolladora bajo los focos con un ‘Handmade Heaven’ más que coreado por la multitud. Acompañada de sus bailarines, aunque sin su banda (& the Diamonds), la reina del indie pop y el electrowave agitó a un buen ejército de fans dispuestos a vibrar al ritmo de cada uno de sus éxitos. Mención aparte para el momentazo de ‘Karma’ entonado al teclado por la “diosa griega” junto a unos emotivos visuales. Todo ello desembocó en una recta final protagonizada por sus mayores hits ‘Savages’, ‘Primadonna’ y ‘Baby’, que culminaron un show más que decente. Tomando el relevo unos visiblemente descafeinados Kodaline, el show de los irlandeses quizá se quedó algo corto para unas horas en las que el cuerpo pide fiesta. Ejecutaron un show comedido en cuanto a setlist con un aceptable, aunque distante, Steve Garrigan al frente.
La mezcla de ensoñación pop y al arsenal de baladas del cuarteto folk le siguió, con algo más de 40 minutos de retraso, el espectáculo del esperado rapero, chef y presentador de televisión Action Bronson. Con la pista medio vacía hasta su aparición estelar, pues gran parte de la asistencia se había desplazado al escenario South Beach, el rapero estadounidense ofreció un espectáculo caótico y desordenado con el que difícilmente pudo conectar con el público. Problemas técnicos y de sonido repercutieron en un concierto que se debió acortar prácticamente, a la mitad. Una lástima para aquellos que queríamos ver el show desatado y el carisma del artista que suele acompañar a sus directos.
Con Fatboy Slim, uno de los iconos más representativos de la escena de la electrónica y pionero del género big beat, la fiesta estaba servida. Hora y media de frenéticas remezclas a ritmo de unos hipnóticos visuales perfectamente sincronizados fueron todo lo que el disc jockey británico necesitó para meterse a la gente en el bolsillo.
Desde la epiléptica ‘Eat Sleep Rave Repeat’ pasando por la remezcla de Childish Gambino de ‘This is America’ junto a ‘Losing It’ de Fisher e incluso lanzando algún que otro mensaje en contra del Brexit “Music Sounds Better with EU”. Fatboy Slim reservó sus hits más memorables para la segunda mitad del concierto con ‘Right Here, Right Now’ o ‘Praise You’ que fueron las responsables de revolucionar la pista como merecía el primer cierre de festival.
Viernes
Habilitados ya los otros dos escenarios del festival en la segunda jornada todo ya daba una impresión distinta, mucho más parecida al FIB que recordábamos. Barny Fletcher estrenó el escenario Thunder Bitch sin carpa, punto a favor de los cambios de esta última edición. Como un torrente de energía sobre el escenario, el jovencísimo rapero disparó cada uno de los temas de su mixtape de debut inspirado en un cóctel de hip-hop clásico y soul vintage. Con los cambios de horario en la actuación de The Blinders, fue turno de asomarse a la lisergia sesentera de los gallegos Bifannah. Psicodelia sin aditivos, feroz y a degüello conformó un directo potente a base de sintetizadores crudos y aullidos en sus minutos más álgidos. Un viaje tropical que desbordaba elegancia en ‘Magic Mamba’ y sonido psych en ‘Capri’ o ‘Skeletor’. The Blinders acudieron a su cita, a pesar del retraso, con todas las de ganar. Efusividad y carácter son adjetivos para una banda que sobre el escenario no hace otra cosa más que crecer. El dinámico trío británico supo mover a sus filas, y lo hizo al compás de las guitarras desenfadadas de temas tan pegadizos como ‘Brave New World’ o ‘I Can’t Breath Blues’. Punk que contrastó, sin duda, con otra de las propuestas más interesantes de la jornada. Yellow Days lo tiene todo: calidad, originalidad y un directo apabullante. Con unas improvisaciones a las teclas que, ciertamente, hablaban por sí mismas en temas como ‘Your Hand Holding Mine’ o el cierre más que brillante con ‘Just When’, la pista respiraba una apuesta sana y diferente, más cercana al garage soul y a los pubs de jazz con una voz rasgada pero directa por parte del canadiense George van den Broek, una delicia. Con The 1975, por primera vez en el escenario principal, comenzaron los verdaderos reclamos de la programación del viernes. Con un setlist que no distaba prácticamente nada de sus últimos shows de la gira, la banda de pop millenial liderada por Matt Healy y los suyos vitaminaron un escenario Las Palmas ávido de pegadizos temas basados en los tópicos que tanto caracterizan al fenómeno inglés y a su último álbum "A Brief Inquiry Into Online Relationships" (2018): el amor, el desenfreno juvenil o el coqueteo con drogas. Así, la atmósfera envolvente de una escenografía cuidada tuvo una evolución progresiva, desde los hits de su nuevo disco ‘Give Yourself A Try’ o ‘Sincerity Is Scary’ para aterrizar en la segunda mitad del show hacia sus antiguos temas como ‘Chocolate’ o ‘Sex’. Puros e infalibles himnos. El concierto más multitudinario de la noche corrió a cargo de Lana del Rey. Con una puesta en escena estudiada hasta el más ínfimo detalle en un paisaje de ensueño, propio del eterno verano al que siempre hace referencia en sus canciones, la artista rodeada de palmeras, tumbonas de playa y columpios construidos con flores, apareció (media hora tarde) en tal paraíso envuelta en ese halo romántico que tanto le caracteriza. Más modesta que de costumbre, su actuación fue más bien gradual con momentos estrella como la entonación a capella de ‘West Coast’ y una improvisada e intimista ‘Summertime’ de Gershwin. La vimos paseando por el escenario en cada tema, diva del melodrama, cantando sus míticas baladas encima del piano de cola o desde uno de los columpios que colgaban desde lo alto de los focos. Su éxito y esencia son indiscutibles en temas como ‘National Anthem’, ‘Summertime Sadness’ o la que cerraba, ‘Venice Bitch’, y su cercanía con los fans de primera fila, haciéndose fotos, firmando discos y atendiendo a cada uno de sus fieles por casi diez minutos, admirable.
Por su parte, Gorgon City en formato banda fueron los encargados de dar cierre a la segunda jornada. Una agradable sorpresa apostar por este formato a tales horas de la madrugada que agradecimos más de uno. El dúo, acompañado con unas más que acertadas colaboraciones vocales, masculina y femenina, fue combinado a ritmo de percusiones y una torre infinita de sintetizadores. Una fiesta dominada por el house underground, y alejada de lo comercial, muy agradable.
Sábado
Los primeros en desembarcar en el escenario Las Palmas fueron la banda nacional de punk Kokoshca. Despertando buenas críticas a lo largo de este tiempo por parte de la escena independiente del garage, en directo, no es para menos. Mientras tanto, en el escenario Thunder Bitch, Alien Tango desplegaba su irreverencia a base de psicodelia pop ante una pista de baile que crecía por instantes. Con tiempo para cantar el último de sus temas ‘Amazing Stories’, lanzado hace apenas un par de semanas y dirigido hacia un pop más asequible, el tema más coreado y la guinda final siguió siendo ‘Sexy Time’. La genuina banda mostró un show fantasioso y compacto, tan divertido como impredecible. Por su parte, You Me at Six fueron el ejemplo perfecto de dinamismo. Interactuando frecuentemente con el público, su acogida por parte de este fue brutal. La banda británica, difícil de encasillar, mostró contundencia rock y carisma por parte de su frontman Josh Franceschi que no dudó en conectar, incluso, con parte de la asistencia que no conocía al grupo y vio a cerca de unas diez personas subidas a hombros en uno de sus temas más identificativos ‘Take On The World’. Belako parecieron protagonizar, al menos al principio de su concierto, la menor asistencia de la historia de la agrupación en el festival. No por no llevar un directo bien engranado y sólido, los vascos adelantan posiciones a pasos agigantados. Una vez más han dejado claro que son una propuesta efectiva.
Y de propuestas efectivas y directos cada vez más consolidados, Carolina Durante experimentaron el mayor llenazo del Thunder Bitch del festival. La formación de punk-pop se ha convertido en un fenómeno que arrasa prácticamente sin esfuerzo cada vez que pisan un escenario.
Kings of Leon no sorprendió. Con una explanada mucho menos abarrotada de lo que cabría esperar para un cabeza de cartel de jornada de sábado, la banda guardó sus mayores éxitos para la última sección del concierto, para la cual sonaron las inconfundibles ‘Sex On Fire’ o ‘Use Somebody’ como colofón final. En general, dieron un concierto sobrio, estático y poco compensado en cuanto al orden de las canciones. Aun así, sus mayores adeptos pudieron disfrutar de un show sin sobreactuaciones por parte de los reyes del rock sureño norteamericano.
La electrónica conceptual de la compositora Cora Novoa dominó al tímido público erigido como la resistencia del South Beach. Ritmos lisérgicos, beats adictivos y, por lo general, un estilo oscuro pero envolvente dieron vida a una sesión en la que parecía difícil dejar de bailar. Por su parte, en el escenario Carrefour, el italiano Bawrut descargaba su sonido y fórmula personal construido en base a un acid house contemporáneo hipnótico.
Domingo
Ya en la última jornada, los temas de Disco las Palmeras! hicieron saltar a la reducida multitud que se presentó para escuchar el buen rollo del noise rock y el shoegazing de la banda gallega que abría la tarde. Tras ellos, el trío de Cariño hacía su aparición en el escenario Carrefour. La actitud apática de las chicas y un directo todavía en fase germinal no fueron problema para que la pista se revolucionara con los éxitos de pop triste y ñoño que les ha abierto las puertas de un buen puñado de festivales nacionales. Continuando con el pop triste, Cupido y los lamentos de Pimp Flaco filtrados por autotune tuvieron su brillante aparición en un muy buen directo. Siguiendo, de manera literal, el show que muestran en sus últimos conciertos, el formato de banda de los chicos de Solo Astra con un sonido más cercano al género lo-fi lograron conectar de manera instantánea con el público, sobre todo tras la sorpresa de Kinder Malo en el escenario en el tema ‘Laberinto de amor’ o las coreadísimas ‘Autoestima’ y ‘No Sabes Mentir’. Inmediatamente después, Ezra Furman ofrecía un ejercicio impecable de libertad, amor, sexualidad y género. Con uno de los directos más convincentes de la jornada, el artista trans repasó aquellas canciones consideradas ecos de garage-punk combinado con el viejo rock’n’roll. Todo ello acompañado de una voz versátil de gran personalidad. Sin duda, una de las joyas de la noche.
Con Franz Ferdinand llegó el momento de disfrutar de otra de las agrupaciones más esperadas del festival, o eso se vivió con el verdadero éxtasis de las primeras filas. A diferencia de otros de sus directos, Alex Kapranos, visiblemente animado, junto a sus compañeros (el batería original que se había fracturado un dedo en un accidente subió a hacer coros, mientras un antiguo amigode la banda tocaba la bateria) ofrecieron un show frenético que repasó, desde el primer minuto, cada uno de los temas que todos conocemos entre los que ‘Take Me Out’, ‘This Fire’ o ‘Love Illumination’ no pudieron faltar.
Uno de los momentos más esperados de la última jornada mayoritariamente, cómo no, para el público nacional corrió a cargo de Vetusta Morla. En la cresta de la ola, y con fechas por todo lo largo y ancho del país, la banda rescató de forma íntegra y exclusiva para el FIB en formato festivalero su primer trabajo, "Un día en el mundo" . 10 años más tarde del estreno del álbum que les llevaría a lo más alto, Pucho y sus colegas han defendido con maestría su papel como cabezas de cartel en esta edición. Una actuación cargada de emotividad con imágenes proyectadas referentes a sus inicios que han sido el acompañamiento perfecto para un repaso completo del disco al que también no han dudado en incluir ‘Boca en la tierra’, ‘Maldita Dulzura’ y un apoteósico final con ‘Los Días Raros’. Unas canciones que, aunque formaron parte de la gira de presentación de Un día en el mundo, no verían la luz hasta la llegada del álbum Mapas. Así como un pequeño guiño al single ‘Iglús’ y una fuera de lo habitual ‘Saharabbey Road’. Recapitulando, con este aclamado espectáculo se ha puesto de manifiesto la grandísima calidad de la banda y el inigualable talento de su frontman. Black Lips , en el escenario Carrefour, dejó patente uno de los combos de la nueva ola garagera más adictivos de nuestros tiempos. El punk y el rock sucio invadió a una pista que bailaba cada uno de sus temas, contagiados del dinamismo de una banda que desde su último y salvaje "Satan’s Graffiti or God’s Art?" (2017) han recuperado el enérgico y vibrante directo que les es propio. Para cerrar, Hot Dub Time Machine puso el broche de oro al escenario Las Palmas con su viaje a través de los hits que han pasado a la historia. Una combinación de electrónica, indie y música comercial solo apta para aquellos que todavía se quedaron con ganas de fiesta.
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