El sábado 30 de septiembre se celebró en el Palacio Euskalduna de Bilbao la XIII edición del festival que realiza la empresa social y multidisciplinar sin ánimo de lucro Walk on Project para apoyar la investigación de enfermedades neurodegenerativas. Este año, la organización ha querido subrayar la importancia del legado euskaldun de las bandas siendo casi todos los bolos cantados íntegramente en euskera. Asistimos al bolo de El Deseo del Doctor, Kokein y Delirium Tremens.
Conociendo a las bandas, añado que es la primera vez que veía a estas tres formaciones en directo y quiero poner en valor esa perspectiva, alejada de prejuicios y otros factores que normalmente distorsionan la realidad de la que está mirando. O escuchando. Dentro de la pomposidad de la localización principal, los bolos se celebraron en una sala diáfana dentro del recinto euskadún donde se reunió la gente necesaria para que casi llenaran el recinto. En unos bolos más que en otros. El Hall estaba equipado con txosnas donde los bocatas dejaron un olor característico, barra de bebidas y merchan. Lo surreal de esta historia fue ver a varias pandillas de punkis elevar el nivel de alcohol y drogas en su sangre según avanzaba la noche en un lugar tan solemne como es el Palacio Euskalduna.
El bolo de El Deseo del Doctor empezó con diez minutos de retraso y fue el más multitudinario. El ambiente era muy familiar. Las niñas y los niños hicieron un muro humano en segunda fila sentados en el suelo y enganchados a sus móviles. Algo bastante incómodo, por cierto. Abrieron la noche con “Desde el centro del huracán” y la calidad ejecutora de cada uno de los músicos de la banda me fue cautivando lentamente. Esta banda es muy veterana en la escena bilbaína y el público coreó los temas uno por uno. La que escribe se quedó prendada de los solos de la guitarra principal de Josu Aguinaga y por supuesto de todas y cada una de las intervenciones del saxo. Tocaron “Abrázame” y el público no dejó de corear. Quisiera enfatizar el alma de stripper de Fracis Díez, el frontman de la banda cuya puesta en escena y cuyas letras casi pisan las líneas rojas de lo políticamente correcto en 2023. En los teclados, Raúl Lomas cierra los temas maltratando el instrumento y las escalas pentatónicas del saxo de Joe González terminaron de entusiasmarme. Con “Alma de tango” el público se terminó de desmelenar y los acoples de sonido no interfirieron en el tramo final con “La chica del Batzoki”.
La siguiente banda, Kokein, también está bien arraigada en la escena vasca con casi 25 años de carrera. Salieron al escenario con tanta fuerza que casi tropiezan contra el suelo pero después de presentarse abrieron con “Esan” y “Handiena” de su último disco "Atómika" (2022 Motmo/ Mauka Musikagintza). La audiencia estaba muy distante y Zaloa Urain no paró de repetir que se acercaran. El resto del espectáculo fue absolutamente en euskara. La esencia musical de esta banda está arraigada en el rock alternativo con ritmos muy marcados en los parches y constantes delays en las cuerdas. La voz principal es un compendio entre la potencia y el rasgado que unido crea una sensación inequívoca de calidad sonora, una bomba sonora, al estilo Beltrán (Aurora). El sonido en conjunto crea un aura espacial y distorsionada constante. Escuchamos “Zain egon gabe” y el público volvió a ser llamado a primera fila. La audiencia había mermado respecto al bolo anterior pero eso no impidió que las pandillas de punkis siguieran su camino al cielo de la diversión. Los riffs de la Les Paul del guitarrista principal se fundió en melodías muy fuertes y cortantes. El final del bolo se acercaba cuando tocaron “Ispiluan begiratzean” y “Gaur”. Por su puesto, sonó “Itzalak” y el "beste bat" se perdió en los tiempos imposibles de los festivales, aunque pequeños, festivales.
Delirium Tremens había ocupado el escenario cuando una muñeira en diferido nos sacó rápidamente de la zona de confort. Arrancaron con el tema “Urpean dantzan” de su último disco "Hordago" (2022 Motmo/ Mauka Musikagintza ). La audiencia seguía al mismo nivel que Kokein pero más escasa que en el primer bolo. Las cuerdas de las Estratocaster y Les Paul dibujaban melodías extrañas, cortantes y afiladas que no llegaron a traspasar la violencia del punk. A estas alturas del bolo, los punkis de la sala estaban muy arriba y se adueñaron de la primera fila. He de escribir que es difícil definir la personalidad de esta banda ya que la expresividad en el escenario fue más bien nula. Excepto la del bajista que se mecía con cada melodía de manera hipnótica.
Escuchamos “I have no money” y el maravilloso canon de Pachelbel que estructuró “Sua”. El pedal de los riffs de Andoni Basterretxea (vocal lead) sonaba muy eléctrico y metálico, muy fiel al sonido de finales de los 80 e hizo que en la pista casi se gestara un pogo. Esta banda se crece en los silencios y los puentes de cada uno de los temas. Especial mención hicieron a Iñigo Muguruza, ex componente de la banda en los 90 y fallecido en 2019. Como referencia, aunque es poco apropiado hacerlas a una banda tan consagrada, me revoloteó en la cabeza constantemente la banda Larsen en la voz principal. Cuando tocaron “Ikusi” la sala ya estaba muy caliente y no dejaban de volar chaquetas por los aires. Llegó el final del bolo y por su puesto hubo "Beste bat" que tiró para adelante no con uno sino con tres temas. Como broche final “Boga Boga” y hasta el año que viene.
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