En pleno centro de la ciudad de Logroño resiste uno de los templos más maravillosos que tenemos en el mundo subterráneo en el norte. Sí, hablo del Stereo Rock ‘n’ Roll Bar y en este texto escrito en 3 momentos diferentes de este mágico fin de semana, encontraréis la crónica de su 20 aniversario.
Creo que no soy capaz de expresar todo lo que significan estos pocos metros cuadrados decorados con carteles de los Cynics, los Jam, altares a Elvis o máscaras mexicanas. Un escenario que ha sido pisado por grandes referentes dentro del garage rock ‘n’ roll, punk más salvaje, powerpop y sonidos emergentes dentro del panorama nacional e internacional, sin olvidarnos del espacio para las bandas locales que vibran tanto en el público como encima de las tablas.
Me encuentro calentando el ambiente, ansioso y emocionado por llegar a la sala, por encontrarme con la gente de siempre, por saludar a Jorge, a Alfredo, a Juanjo, por darle un abrazo a Josean en la entrada y pedir los primeros tragos de lo que será un fin de semana intenso e inolvidable.
Comienza el aniversario con los Bonzos que dejan claras sus intenciones desde el principio de la velada. “Somos el problema vasco”, ¡pues bienvenido! Porque con una energía desbordante y unas melodías brillantes hacen que empecemos a desgañitar nuestras gargantas y a levantar nuestros puños desde sus primeras canciones. Bloques enlazados y engrasados que mueven nuestros pies y chocan hombros en esas primeras filas abarrotadas de público alegre viendo a esta gran banda en directo. Suenan grandes canciones de su disco "341 Broome Street" que cuenta con la producción de Andy Shernoff de The Dictators (con los cuales tocaron no hace mucho en Madrid) y con fotografía de uno de los miembros de Fleshtones que tomarán el relevo esta misma noche en el Stereo. Cierran un círculo (o circo como lo llama Juancar Parlange) y si queda alguna copia de este disco el público arrasa con él tras el bolazo de la banda. Nos alegramos muchísimo de que no se pensaran el acudir al aniversario de este nuestro templo.
Turno de The Fleshtones y desde la primera canción nos meten en su fiestón. Bailes, acrobacias y temazo tras temazo. Los estadounidenses nos tienen hipnotizados alternando voces principales, un Keith alborotado y nunca desmelenado que entiende a la perfección lo que busca este público. Una calidad exquisita en su puesta en escena. Sabíamos que eran los mejores, pero a veces se nos olvida y nos juegan malas pasadas los prejuicios de la edad y estas cosas que no sirven de nada con estas bestias del mejor rock ‘n’ roll, el suyo. Podría destacar varias canciones como “I surrender” (por cierto, los Bonzos utilizaban esta misma palabra versionando a Cheap Trick), “Ama como un hombre” o “New scene”, pero a mí no se me va de la cabeza “Greenpoint USA”. Si hay alguna banda nacida para tocar en el Stereo la hemos encontrado, o mejor, si se puso escenario en el Stereo es para que una banda como esta viniera a dejarnos dando vueltas y se nos olvidara el mundo al otro lado de la puerta pintada de la entrada.
Nos vamos a la mañana del sábado para hablar de la pinchada matutina. El ambiente está candente y la culpa la tiene Javi Vega que, como buen conocedor de los ritmos Stereos, sabe qué y cuándo pinchar para rendirnos a sus órdenes mientras degustamos las patatas con chorizo que sacan en la barra.
Segundo asalto de un combate que ojalá no terminara nunca. Supertubos juegan en casa con Jorge, uno de los dueños del local, visiblemente contento y enérgico a las teclas, guitarra y todo lo que le pongan delante en esta bandaza instrumental. Desde el primer guitarrazo del solista y bamboleo del contrabajista, nos sumergen en un viaje de sonidos del oeste, surferos e incluso macabros muy bien acompañados de excelentes proyecciones para la función. Con una ejecución finísima y sin descansar, nos dejan clara la razón por la que su nuevo disco The Fourth Drive es un artefacto que tiene que estar en la estantería de cada amante de la música. Delicia de concierto como también lo es la colaboración de Jimmy Oklahoma al saxo y posteriormente cantando junto al cantante de los Bonzos poniendo a toda la sala a botar con el Stay With Me de los Dictators.
Pasado el momento del cambio suben The Sadies (foto portada) al escenario, con una elegancia que no se perderá en ningún momento de la velada. Travis Good dedica el concierto a Dallas, hermano y miembro de la banda fallecido en 2022. Suenan las primeras canciones y todo el público enmudece ante el talento abrumador que desprenden. El Stereo se convierte en una taberna con arena en los pies, olor a pólvora y escupideras para poder echar la baba que se nos cae viendo lo que sucede. Travis nos deleita con una técnica de fingerpicking bellísima, dulces sinfonías que entran hasta dentro de nuestro ser y nos rompen con velocidades inalcanzables excepto para ellos. Nos brindan canciones clásicas de sus casi 30 años de trayectoria cobrando importancia las de su último disco "Colder Streams", disco póstumo de Dallas. Casi hora y media de trance en el que podemos ver el cambio de color de la ropa de los músicos a raíz del sudor. Los canadienses nos llevan por donde quieren, nos ponen a gritar, a bailar, nos callan, nos mueven… No exagero si digo que es uno de los mejores conciertos que hemos tenido nunca en el Stereo entre sus muchísimas noches de directos en estos 20 años de historia.
Este texto termina con un agradecimiento a los dueños, portero, camareras y camareros, público, pinchadiscos y bandas que habéis conseguido que el Stereo sea familia, sea templo, sea escena.
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