El hospitalense Jaime Martín es conocido en la historieta española por dos clases de historias. El cómic duro de barrio como su saga de “Sangre de barrio” o “Flores sobre el asfalto” (aquí también deberíamos meter el jocoso “Los primos del parque”); y la reciente trilogía autobiográfica sobre su familia que componen “Las guerras silenciosas” (su padre en África), “Jamás tendré 20 años” (su abuela en la Guerra Civil) y “Siempre tendremos 20 años” (él mismo en el peligroso Hospitalet de Llobregat de los ochenta). Pero también existe otro Jaime Martín más desconocido para todos: el Martín a quien le interesa el principio del siglo XX como marco de grandes confrontaciones humanas siempre rodeado de un halo misterioso y fantástico. Es el Jaime Martín de la excelente “Lo que el viento trae” (Norma, 2008) y está “Un oscuro manto”. Si en el primer cómic, Jaime nos colocaba en la Rusia más montañosa de 1916 en plena revolución bolchevique con una historia de ciencia y superstición, en esta nueva novela gráfica nos lleva a la Catalunya prepirenaica de la primera década del siglo XX en una historia donde ciencia y superstición también se entremezclan.
Las trementinaires (en catalán) eran mujeres de zonas montañosas de Cataluña (sobre todo en los pueblos del Alt Urgell, Bergueda, Pallars Sobirá y Cerdanya) que se dedicaban a recoger hierbas medicinales y crear aceites esenciales para elaborar remedios naturales para seres humanos y animales de granja. Estos remedios los vendían o intercambiaban por alimentos y objetos del campo a lo largo de los caminos de pueblos y masías escondidas. A uno de estos pueblos llega una misteriosa mujer de ciudad perseguida por sus propios demonios que recibe asilo en manos de la trementinaire de las montañas. La sabia mujer mayor le enseñará su oficio mientras la Guardia Civil busca a la extraña pelirroja que Mara, la trementinaire, hace pasar por su sobrina.
Martín, con su notable y personal estilo a medio camino entre la línea clara de la BD europea y el underground norteamericano como los hermanos Hernández, en capaz de condensar en poco más de cien páginas el enfrentamiento entre la superstición y la ciencia, en una época en la que la rabia se confundía con posesiones infernales en algunas comunidades más apartadas de la gran ciudad. También encontramos enfrentamiento entre la tradición boticaria transmitida de madres a hijas contra la moderna medicina de principios de siglo. Pero también podemos apreciar el enfrentamiento intergeneracional entre los padres que se han acostumbrado a una vida de pueblo y las nuevas generaciones que anhelaban una vida en la ciudad o en alguna de las grandes colonias textiles que florecían a orillas del río Llobregat. Martín también introduce un elemento fantástico sobrenatural que le da varias capas más de ficción a un relato que ya se cuenta entre una de sus mejores obras.
Por cierto, si quieres saber más de las famosas trementinaires puedes visitar el muy recomendable Museo de les trementinaires en Tuixent, en el Alt Urgell.
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