Después de hacer lo propio con el también notable “Escombros. El estatus de Knuckle” (La Cúpula, 22), Ediciones La Cúpula recupera otro título clásico dentro de la obra de Dave Cooper. Se trata de la reedición de la primera novela gráfica del autor, “Succión. El estatus de Basil”, publicada originalmente en 1997 y aderezada con los trazos habituales (y tan reconocibles) del canadiense. Sobre todo, a través del áspero y riguroso blanco y negro que (a excepción de la portada) copa todas las páginas del tomo, y que sirve para realzar conscientemente las sórdidas vibraciones que sufre el protagonista a lo largo de su odisea.
Un viaje que comienza cuando Basil nace en pleno desierto, a partir de un capullo orgánico de origen desconocido. Se inicia así un periplo vital que le llevará hasta la ciudad, mediante el cual irá asimilando (al tiempo encajar todo tipo de hostias mientras se desarrolla física y mentalmente) cómo funciona ese universo confuso, viciado y agónico por el que le ha tocado transitar. Una serie de desventuras que asimilará con más o menos fortuna, mostrándose agradecido para con aquellos que revelan bondad y comprensión, y aterrorizado ante ese cúmulo de maleantes que intentan sacar tajada de su inocencia.
Sito en algún punto indeterminado entre realidad y ciencia ficción, la entrega bebe de clásicos como “Mad Max” (George Miller, 79) y, a su vez, el universo de Dave Cooper parece haber sido una influencia clara en la ambientación de “Futurama” (Matt Groening, 99), serie en la que, de hecho, llegó a colaborar. Al igual que ocurriría más tarde con la mencionada “Escombros. El estatus de Knuckle”, el presente lanzamiento sitúa su acción en un escenario retro-futurista y algo apocalíptico, aderezado con tintes de cyberpunk, surrealismo, masoquismo y, en definitiva, brochazos manifiestamente excéntricos.
Un discurrir en el que borbotean muestras de humanidad, cariño o empatía, emergiendo entre generosísimas dosis de sexo, violencia, crimen y perversión. Es precisamente en torno a ese contraste tan pronunciado en donde este dibujante de Nueva Escocia que logró gran aceptación entre los ambientes underground de la década de los noventa, encontró el filón para tejer una línea argumental de gran intensidad y francamente inquietantes.
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