Se está muy sola en el centro de la Tierra
ComicsZoe Thorogood

Se está muy sola en el centro de la Tierra

8 / 10
José Martínez Ros — 10-12-2024
Empresa — Norma Editorial

La jovencísima historietista británica Zoe Thorogood ya había obtenido muy buenas críticas con su primera obra, “La inevitable ceguera de Billie Scott”. Pero fue tras su siguiente obra, “Se está muy sola en el centro de la Tierra” cuando empezó a acumular nominaciones a los principales premios del medio y se la empezó a llamar, de manera de lo más enfática, “la gran promesa del cómic mundial”, “el futuro del noveno arte” y muchas cosas más. Esto hace que uno se acerque a su -por otro lado, magnífica- edición en español con ciertas prevenciones. Pero, después de pasar unas horas en su compañía, estas desaparecen. Las noticias no eran para nada exageradas.

Se trata de un ejemplo de autoficción, es decir, de una obra que coloca a su, en este caso, autora en el centro de la historia. Cuando la conocemos, tiene veintitrés años y está pensando, con cierta seriedad, en matarse. De hecho, tiene un cuchillo en una mano con el filo apuntando hacia su cuello. Ya ha publicado su primer cómic, un éxito por sorpresa, pero -como tantos otros artistas de todos los géneros- ha descubierto que este no es una cura contra la depresión, un mal que la acecha desde que era una niña “rara” que sufría bullying. El mundo se está recuperando de la pandemia de Covid-19, lo que incrementa su aislamiento social, su ansiedad. Las elevadas expectativas que todos parecen tener en ella, la colman de pavor. Intenta comenzar una nueva obra, y de este modo escapar de los pensamientos suicidas, de las autolesiones, de las autorrecriminaciones. Sin embargo, le parece cada vez más imposible.

En cierto momento establece una conexión sentimental, por internet, con un estadounidense y, cuando le es posible viajar, decide visitarlo. Pero, como nos enseña a todos la vida, antes o después, nadie te puede salvar de ti misma. La experiencia la hunde aún más. También visita convenciones y charla con sus primeros fans, pero la acomete el habitual “síndrome del impostor”. La narración ocupa lo que podríamos definir como “seis meses de mierda” en los que alguien muy joven y vulnerable lucha, en el campo de batalla de su mente, por su cordura.

Todo esto que nos resulta más o menos familiar a cualquier de sus lectores se representa -y esto es lo que lo convierte en un grandísimo cómic- a través de una variedad casi infinita de recursos gráficos. No es un simple desahogo visceral, sino una creación refinada y compleja que utiliza todas las herramientas del medio pera reflejar, con una sucesión inabarcable de metáforas visuales, su estado de ánimo, sus pequeñas vivencias, sus reacciones a lo que le va sucediendo. Esta variedad de estilos y medios artísticos no atenúan la crudeza de lo narrado; impresiona aún más, porque somos conscientes del poderío artístico de la autora. Como afirmó un crítico con genuino asombro “si me hubieran dicho que este cómic es el resultado de una colaboración entre cinco dibujantes distintos me lo habría creído”. Zoe Thorogood reescribe -o, más bien, redibuja- el viejo tópico de “la curación por el arte” de una manera increíblemente brillante.

Lo que más asombra, obvio, es que la autora tenía menos de veinticinco años cuando lo hizo. Si con esa edad pudo hacer un cómic tan bueno, sin duda podrá llegar a realizar uno aún mejor. Podemos sentirnos muy afortunados por ello.

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