Reiraku

Inio Asano es, permítanme recordárselo, un verdadero maestro a la hora de crear historias en los que los sentimientos son el eje principal de las historias. Y no me malinterpreten, en sus mangas no hay nada de evidente sensiblería o de aquellos tópicos que suelen aparecer en las historias del corazón. Asano es un creador de personajes ficticios que dan la sensación de ser tan de carne y hueso como nosotros mismos. La mayor parte intentan gestionar en la medida de lo posible la realidad a la que se enfrentan, algunos consiguen hacerlo con buenos resultados, otros se muestran incapaces de superar aquellas barreras emocionales que traban su vida cotidiana. En ese terreno no hay quien pueda hacerle sombra a Asano.

El protagonista de “Reiraku”, Kaoru Fukasawa, es uno de esos personajes de los que hablaba unas líneas atrás. Mangaka de éxito en pleno vacío creativo tras concluir una obra de éxito, sus limitaciones no solamente afectan a su obra, sino que lastran sus relaciones personales y amorosas. Fukasawa rema a contracorriente y no hay nadie ahí fuera con intención de socorrerle. Es un hombre que, al intentar ser íntegro, parece odiarse a si mismo, boicoteando la simpatia que otros puedan sentir por él y que, en un momento dado, se refugia en el sexo (y el sexo genera amor) para enfrentarse a la deriva en la que anda sumido. Pero ni siquiera eso le ayuda a encarrilar su día a día de nuevo. Vive en la decepción constante, herido y capaz de herir, hasta darse cuenta de que nada le hará recuperar el tiempo perdido. Así hasta el final de un manga en el que Asano se muestra un punto más sombrío (y también quizás más autobiográfico) que de costumbre a la hora de describirnos el desencanto existencial del protagonista. Fruto de todo ello, nos encontramos con una de las obras más pesimistas del ya de por si agridulce autor de “Solanin” o “Buenas noches, Punpun”, y con ese arte tan fantástico y detallista al que nos tiene acostumbrados.