Regreso al Edén

“Regreso al Edén” es el nuevo cómic de Paco Roca, un autor que agranda su figura con cada nueva obra y, al cual en algún momento tendremos que ir reconociendo no solo su talento, sino la grandísima aportación que supone para que el cómic figure sin complejos en portadas, programas de entrevistas e informativos. Es también un éxito sin paliativos: los 25.000 ejemplares de su primera edición se agotaron tras poco más de una semana de su publicación. Palabras mayores para un sector raquítico como el de la historieta autóctona y clara señal de que hay alternativas a las franquicias multinacionales.

En esta ocasión, el autor valenciano nos ofrece una nueva pieza del puzzle sobre la identidad, el tiempo y la memoria que ha ido trazando en sus obras más personales. Tan fácil y tan dificil, Paco Roca habla en “Regreso al Edén” del trayecto vital de su madre, de las hermanas de su madre y de la madre de su madre en la Valencia de posguerra más común de la época: la de situación modesta que luchaba por salir adelante en un páramo en el que lo único que abundaba era la miseria. En esas mujeres resuenan muchas otras de esa Valencia. Y en esa Valencia resuenan muchas –casi todas– las demás ciudades y pueblos de esa España.

Hay una razón por la que autores como Paco Roca, Manuel Vicent o Rafa Cervera hayan logrado conectar con un público amplio desde una insularidad valenciana tan concreta, y es que, lejos de intentar por todos los medios que ser escuchados a gran escala, aspiran a escucharse a ellos mismos, y ese torrente sincero y puro es el que se convierte en un diálogo universal. Es por ello que consiguen con cápsulas de memoria, con momentos suspendidos en el tiempo de las playas de Nazaret o la Malvarrosa o el barrio del Carmen, lo que otros y otras persiguen en platós de relumbrón y fantasía o con lugares comunes, en el sentido literal y el figurado.

Paco Roca vuelve al formato apaisado para, con su afianzado estilo de dibujo y narración, perseguir la historia que oculta una modesta fotografía. Una gota insignificante en la inmensidad del tiempo que, una vez más, el dibujante de “La casa” y “Los surcos del azar” acaba convirtiendo en una grandísima historia.