Cuando, en un momento fugaz de este “Raíces de ginseng”, Craig Thompson retrata la diferencia que hubo entre el momento en que se había convertido en una gran estrella del mundo del cómic gracias a “Blankets” –y no nos olvidemos de la fantástica “Adiós, Chunky Rice” previa– y la repercusión de obras posteriores (¿se refiere a “Habibi” o a “Almóndigas del espacio”?), uno no puede pensar en otra cosa que no sea en gritarle que el mundo es injusto; que “Blankets” es una obra maestra, pero que el talento siempre ha seguido ahí de un modo u otro. Y así llegamos a “Raíces de ginseng” que debería ser una bofetada a mano abierta para todos aquellos que dejaron de confiar en Thompson en algún momento de sus vidas.
Para empezar, que nadie se acobarde ante el hecho de que estemos ante un tomo de más de cuatrocientas páginas, porque la lectura es siempre ágil y el ritmo que Thompson le imprime a este nuevo título gana mucho gracias a la forma en que el estadounidense recopila situaciones de su infancia y suma detalles sobre su relación con el cultivo de ginseng, descubriéndonos en realidad su historia, la del ginseng estadounidense, la de Wisconsin e incluso la del uso de la raíz en China. Suena extraño, pero una vez nos sumergimos en la obra veremos que no lo es, para nada.
En un posible momento dubitativo (¿vale la pena seguir luchando tanto para ganarse bien la vida con el cómic?), la mejor opción para Thompson ha sido volver al principio, agarrar con fuerza sus raíces y tirar de ellas, como si fuesen esas raíces de ginseng que Thompson dibuja como graciosos duendecillos del bosque. Y la jugada le ha salido mejor que bien. Sin lugar a dudas, “Raíces de ginseng” ocupa una posición destacadísima en el ránking de trabajos del autor.
A lo largo del trayecto, descubriremos la infancia de Thompson, sus años de niño explotado trabajando en los cultivos familiares de ginseng; la decepción de sus padres al leer por primera vez “Blankets” –por la forma en la que los retrató– y su cambio de opinión con el paso del tiempo; los momentos en los que el dinero entraba a raudales gracias a una buena cosecha y los momentos en los que la pobreza llamaba a la puerta; su investigación alrededor del ginseng y su importancia en la economía tanto de Wisconsin como de China... Historias reales, simplemente cotidianas en su momento, pero que quedaron marcadas en la personalidad del autor para siempre. Momentos clave y no tan clave que le han convertido en la persona que es a día de hoy. Y todo ello con ese dibujo simpático y claro que Thompson sabe hacer con una soltura increíble. Así que, resumiendo, Thompson ha acertado plenamente echando la vista atrás sin ira, sin nostalgia y con una sinceridad contagiosa que le sienta muy bien a este “Raíces de ginseng”.
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