Primavera para Madrid

“Primavera para Madrid”, de Magius (1981, Murcia), no supone la confirmación definitiva de su autor porque con obras como “El método Gemini” (Autsaider, 18) lo ha demostrado todo ya hasta límites de laboratorio científico. Pero es verdad que su nuevo trabajo reverbera con una intensidad mayor si cabe a la de sus obras anteriores. Tenemos ante nosotros el “CorruptoNomicrón” del tebeo nacional, un objeto que atesora la Biblia del quién es quién en las pocilgas del Estado y del capital de esta piel de bóvido. Un país donde parece que tengamos que aguantar a delincuentes de guante “Gold” como si fuese lo más natural del mundo.
Pero no lo es, y por eso Magius se decide ya desde la portada a retratar a adefesios como el pequeño Nico… perdón, no, que el autor cierra el libro con la mejor frase del mismo: “Primavera para Madrid” es “una obra de ficción, todas las personas, empresas y sucesos que aparecen en este libro son inventados. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Y claro, tu carcajada se escucha hasta en Soto del Real, donde el papá del de Taburete no podrá disfrutar el oro-fake de este espectacular libro objeto (todo él en oro-y-negro, un oro tan brillante –y falso– como hipnótico a nuestra mirada).

Te tienes que reír porque “Primavera para Madrid” es una radiografía exacta, salvaje, algo esperpéntica y bastante éticamente obscena de un sistema de poder asentado en primaveras de chanchullos, lujos de unos pocos pagados por todos, delitos varios, sexo fácil, realezas corruptas, apego a sillas y más sillas… Magius lo refleja con un dibujo espectacular y unas páginas que no son oro solo por el envoltorio, sino por su diseño. A destacar las panorámicas mudas, remansos de serenidad que preludian más y más casos de corrupción y obscenidad. Historias múltiples tejiendo una tela de araña, bañadas en un cierto toque místico, ritual, religioso y pagano que emparenta a esta obra con otras pretéritas en un poso autoral clarísimo. Mira, ya, vamos al turrón, a las estrellitas. Ten fucking stars, que diría Steve Albini.