Palomar Vol 2
ComicsBeto Hernandez

Palomar Vol 2

9 / 10
José Martínez Ros — 18-01-2025
Empresa — La Cúpula

Palomares el corazón de la obra del artista norteamericano Beto Hernández, uno de los más grandes autores del noveno arte de todos los tiempos. Después del primer volumen de esta magnífica reedición por parte de La Cúpula, conocemos bastante bien el escenario donde se ambientan las historias de Palomar, un pueblo latinoamericano, pero relativamente próximo a la frontera con Estados Unidos (de hecho varios personajes escapan al otro lado de la frontera o vuelven de allí), en el que puede suceder casi cualquier cosa. Es un pequeño microcosmos donde parecen concitarse todas las pasiones humanas, lo que ha llevado a muchos a compararlo con el Macondo de Gabriel García Márquez.
Sin embargo, el tono de los relatos de “Palomar”, que se publicaron originalmente en la revista “Love and Rockets”, junto a los de sus hermanos Jaime y Mario, es algo distinto. En ocasiones, evoca las maravillosas tragicomedias del neorrealismo italiano, donde también era habitual la presencia de personajes femeninos fuertes e indomables que desafían las convenciones de una sociedad patriarcal, como la gran Luba, lo más parecido que existe a una protagonista en una obra tan coral. Pero, a la vez, siempre dejan una puerta abierta a lo mágico, lo inesperado.

Prácticamente la mitad de este volumen está ocupado por la historia más ambiciosa y compleja de Beto Hernández: “Distrofismo humano”. Distrofismo es un término extraído de la geología que se refiere a los fenómenos que producen grandes cambios en la superficie del planeta, como terremotos o erupciones volcánicas. En el cómic parece referirse a una serie de circunstancias que se producen a la vez, y alteran una vez la vida nunca demasiado pacífica de Palomar: unos extraños llegan para realizar unas excavaciones en las ruinas precolombinas que existen en las afueras del pueblo; este se ve invadido por una plaga de monos que roban objetos a los vecinos y resultan vagamente amenazadores; se suceden varios asesinatos sin motivo aparente; un adolescente con talento para el dibujo trata de convertirse en artista y, en su proceso de aprendizaje, aprende sobre sobre otras cuestiones más carnales; y la temperamental Luba empieza a tener problemas con su hija mayor, Maricela, cuya impactante belleza recuerda a la que poseía en su propia juventud.

Además, Khamo, el único hombre de los muchos que han pasado por la vida de Luba, por el que de verdad enloqueció de amor y deseo, ha vuelto a aparecer para alterar aún más su ya complicada existencia. Miennnnnntras tanto, Tonantsín, una joven idealista e ingenua, ha enloquecido debido a las cartas que le envía un fantoche pseudorrevolucionario desde la prisión en la que se halla encarcelado, y se pasea por el pueblo semidesnuda con atuendos indígenas, profetizando que está a punto de llegar el apocalipsis mediante una inminente guerra nuclear. Todas estas tramas, reunidas, conforman un asombroso slice of life que avanza a un ritmo imparable, gracias al hábil uso de la elipsis, con un final tan perfecto y tristísimo. Pocas veces una lluvia ha sido tan desoladora.

Al final del volumen, encontramos “La carga de Chelo”, un bellísimo epílogo al mundo de “Palomar”, al que siempre podemos volver. Como dice un personaje: “al menos Palomar quedará protegido y aislado hasta el fin del mundo”.

Si el primer tomo de “Palomar” ya era del todo recomendable, esto segundo volumen lo supera ampliamente.

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