Desde hace muchas décadas, se suele hablar del concepto de “gran novela americana”, el santo grial que persiguen los mejores literatos del coloso estadounidense. Una obra capaz de ofrecer una visión panorámica y única de una época y, por así decirlo, del estado anímico y espiritual de su vasto país. Así se ha llamado “gran novela americana” a libros inmensamente ambiciosos como “Submundo” de Don DeLillo o “Las correcciones” de Jonathan Franzen. Para muchos (sobre todo, para los que no somos norteamericanos), se trata de una búsqueda innecesaria, porque las grandes novelas americanas son dos, y se escribieron ya hace mucho tiempo: una es muy breve, y se titula “El gran Gastby”; y la segunda tiene por autor a un ruso expatriado y la protagonizan un loco y una nínfula.
Esta digresión viene al caso, para referirnos a “Monica”, al último cómic de uno de los pocos maestros incuestionables del noveno arte vivos, Daniel Clowes, porque si se tradujera a literatura su trama, sería un imponente novelón que merecería sin lugar a dudas ese calificativo. Pero el autor es capaz de condensar el sublime estudio de una existencia marcada por la historia y los mitos estadounidenses, a través de un sinfín de recursos gráficos, a algo más de un centenar de páginas.
Clowes estructura “Monica” con una técnica típica de la literatura postmoderna (de lo que serían ejemplos excelentes obras como “El tiempo es un canalla” de Jennifer Egan, “El hombre de ninguna parte", de Aleksandar Hemon o “Los detectives salvajes” de Roberto Bolaño): contar una historia mayor a partir de una serie de relatos autónomos que se conectan entre sí. Nos relata la vida de la mujer que da título al libro, desde las azarosas circunstancias que dieron su lugar a su nacimiento, a un final del que conviene no desvelar nada, pero al que le sienta bien el adjetivo “apocalíptico”. “Monica” está compuesta de nueve episodios, de extensiones muy diversas que, a la vez, homenajean a distintos géneros clásicos del cómic: a las historietas de guerra, de romance, de ciencia-ficción o de terror. Esta novela gráfica nos lleva al conflicto de Vietnam a un (posible) fin del mundo, pasando por los años de la contracultura y el movimiento hippie, el reaganismo de los ochenta, los tenebrosos manejos de una secta o, incluso, nos conecta con una emisora de radio del otro mundo.
Al fondo de todo hay una mujer, Monica, uno de los personajes más complejos e intensos del cómic contemporáneo, que fue abandonada cuando solo era una niña por su madre, Penny. Monica tendrá éxito en los negocios, pero no logrará librarse de esa herida y, más tarde, tratará de localizar a su progenitora porque la persigue la sensación de estar incompleta, de que necesita algo que le otorgue a su vida sentido. A lo largo de su camino, le ocurrirán muchísimas cosas (algunas comunes y la mayoría genuinamente extrañas, producto de la exuberante imaginación de Clowes). De hecho, uno de los grandes atractivos de “Monica” es la combinación del (maravilloso) arte del autor, inspirado por su amor por los cómics clásicos de los años 50 y 60, y su narrativa psicodélica, llena de extravagancias y desvíos extraños.
Los lectores cómics inolvidables como “Ghost World” o “Paciencia”, sencillamente no pueden perdérselo. Y para aquellos que aún no hayan descubierto a Clowes, es una oportunidad inmejorable para adentrarse en su obra.
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