Neuerkerode fue precursora en cuanto a proponer un modelo viable de convivencia formado en gran medida por personas con discapacidad intelectual, dando de paso la iniciativa en 1868. Tras frecuentar la localidad situada en la Baja Sajonia durante dos años, el alemán Mikael Ross (“El joven Ludwig”) reflejó vivencias (cabe suponer entre la realidad y la ficción) en este cómic de 2018 que ahora ve la luz en nuestro idioma de la mano de Reservoir Books.
El autor elige como protagonista a Noel, quien debe aprender a manejarse en el escenario inédito que amanece ante él tras verse bruscamente privado de la tutela de su madre, tras sufrir ésta un accidente doméstico y caer en coma. Es así como este entrañable seguidor de AC/DC y (a su manera) carismático joven pasa de un pequeño piso en Berlín a Neuerkerode, copando una serie de aventuras y desventuras que el artífice tiene a bien desarrollar respetando la óptica específica del chaval.
Noel hace de su inherente ingenuidad un arte glorioso en el transitar vital, y consigue que el lector llegue a plantearse si no le sobrarán complejidades y debería, a cambio, apostar a todas luces por una lectura más sencilla de sus costumbres y entorno. Ross logra un valiosísimo equilibrio (en ocasiones casi inverosímil) entre ternura y realismo, drama y comedia, en una serie de contrastes que potencian de manera estratosférica el valor de la presente novela gráfica.
Una narración apostillada por el dibujante en base a su experiencia y en la que también tienen cabida trabajadores, ciudadanos y familiares completando el inexcusable plantel de secundarios que rodean a Noel. Y que motivan amor, ira, amistad... y caídas que toca encajar. Unos planos que Ross retrata con trazo personal y sin sentimentalismos baratos hasta dejar, en la práctica, un relato humano emocionante hasta la misma lágrima.
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