Mi tabla de súplicas
ComicsKeiler Roberts

Mi tabla de súplicas

8 / 10
Laura Madrona — 27-06-2022
Empresa — Alpha Decay

Podríamos pensar, de manera errónea, que el género autobiográfico está reservado para explicar los hechos más notables de una vida. Que aquella persona que se dispone a contar su experiencia, hará un esfuerzo considerable por recapitular aquellas vivencias excepcionales que marcaron un punto y aparte. Sin embargo, Keiler Roberts, en “Mi tabla de súplicas”, se desmarca de esta idea y recoge, en esta especie de diario gráfico, una serie de episodios breves, casi anecdóticos, que paradójicamente consiguen empastar una sinfonía perfecta, y reconocible para cualquier mortal, de todo aquello que es en realidad la vida.

Roberts nos explica mucho con muy poco. Sus viñetas poseen una cualidad espontánea, de garabato improvisado en alguna hoja olvidada en la mesa de su estudio, de anotación intrascendente perdida en alguna página de su diario. Pero, durante la lectura, poco a poco empiezan a aflorar lo extraordinario de la cotidianidad, el fulgor de aquellos momentos que nos pudieron parecer mediocres, la belleza de algún gesto o comentario que creímos irrelevante, el sentido de las rutinas anodinas de nuestro día a día. Y he aquí la ironía: todo esto, todo lo que Keiler Roberts explica en este cómic, es lo que verdaderamente importa. Todo aquello que apartaríamos por baladí o insulso, que arrinconaríamos por carecer de la épica necesaria, es lo que recordaremos. O, mejor dicho, esos son los recuerdos que en realidad nos poseen, que nos asaltan de manera aleatoria en un momento dado, cuando nos acordamos de alguien o intentamos hacer memoria sobre alguna época concreta de nuestra vida.

Instantes de bajona existencial y sinceridad brutal; amigos imaginarios y Muñecas Repollo; un masaje en los pies y un paseo sin rumbo; conversaciones en la cocina o en el lavabo; y un sinfín de situaciones más que, puestas una detrás de la otra, construyen los días de la autora. Quizás los momentos más brillantes y tiernos del cómic sean los protagonizados por ella y su hija Xia, una niña divertida y ocurrente, de imaginación desbordante, que cautiva con esas salidas inesperadas típicas de su edad.

Esta es la segunda obra que Alpha Decay publica de Keiler Roberts, una autora que es capaz de atraernos en seguida a su mundo con su particular humor. Desde mi punto de vista, la fortaleza de este libro reside precisamente en encontrar la maravilla en todos esos momentos, en transitar por sus páginas y saber apreciar una vida que podría ser la mía o la vuestra, y en reconocer, al final, que esa vida tiene sentido.

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