Medea a la deriva
ComicsFermín Solís

Medea a la deriva

8 / 10
Alex Serrano — 17-01-2022
Empresa — Reservoir Books

Que es más fácil y agradecido añadir cosas que quitarlas sin que eso perjudique al resultado final es una máxima que se puede aplicar a casi todo menos al rock sinfónico es una verdad como un templo que se puede trasladar fácilmente a otras disciplinas artísticas y cobra una especial relevancia en el cómic. Recordemos que la historieta, el tebeo, la narrativa gráfica, ha conseguido funcionar con el viaje hacia lo esencial en el sentido estricto del término que trabaja Calpurnio o las fantasías hiperdetalladas e hiperbólicas de Richard Corben o Barry Windsor-Smith. Ambos extremos comparten un mismo código base pero, es cierto, la travesía de un lado al otro no es lo más común. Un camino que no es fácil ni, desde luego, resulta agradecido en el que se han empeñado Roberto Massó o Max y que, ahora sabemos, ha formado parte de la vida de Fermín Solís durante la década que ha estado enfrascado en la conceptualización y ejecución de “Medea a la deriva”.

Al extremeño le conocemos por su costumbrismo pop, su inspiradisima incursión en el cómic infantil y su monumental “Buñuel en el laberinto de las tortugas”. Su trazo elegante y juguetón le ha granjeado una identidad propia y, desde una distancia que él no ha elegido necesariamente, le ha permitido mantenerse en una saludable suspensión que le ha convertido en una presencia constante durante los últimos veinte años. Sin necesidad de demostrar nada a nadie, ha emprendido una aventura personal en la que ha trabajado a conciencia para dejar por el camino todo lo que no considera estrictamente necesario. El resultado es un cómic que es puro tuétano.

Cuando a un cómic le quitas los artificios y las distracciones tienes mucho que ganar, porque todo lo bueno es más evidente, pero también mucho que perder, porque si hay costuras, estas van a asomar de manera palpable. En un ejercicio al alcance de unos pocos, Fermín Solís sitúa a la Medea de la mitología clásica en un islote de hielo a la deriva. Con tan raquítica presentación y escenario, el dibujante se propone y consigue ir mucho más allá del ejercicio de estilo. “Medea a la deriva” es una obra bella a pesar de la sencillez de sus herramientas y también gracias a ellas. Un cómic que, lejos de resultar agreste, hace honor a sus referentes clásicos planteando dudas y reflexiones universales sobre el duelo, la venganza y cómo el ser humano busca explicaciones en lo sobrenatural cuando sucede algo que no entiende. “Medea a la deriva” hipnotiza en su parquedad y seduce con un flechazo certero e inmisericorde, como solo son capaces los amores verdaderos.

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